El triunfo de Correa, ausente de Ecuador por sentencia penal ejecutoriada, en las elecciones del domingo último, adquiere un significado especial porque las victorias lo han convertido en un gran ausente, que desde lejos influye de manera abrumadora en el destino nacional. No creo que haya pensado en esto el expresidente Lenín Moreno, de estrechas miras, cuando emprendió la lucha en contra de su bienhechor; y creo que nadie lo pensó. Sí, Correa era ya un líder importante, pero la persecución de Moreno lo engrandeció y, ahora, solo una unión de muchos puede llegar a derrotarlo. Moreno es actualmente un miniausente, que parece no tiene ninguna intención de volver por temor a la justicia.

Los triunfos más resonantes del correísmo son la Alcaldía de Quito y la Prefectura de Pichincha, y de todavía más trascendencia, la Alcaldía de Guayaquil y la Prefectura del Guayas porque derrotó en esa ciudad y esa provincia a la fuerza dominante de las últimas tres décadas.

El ‘correísmo’ se posiciona en las elecciones seccionales con un promedio del 30 % del voto duro

Haciendo historia, Sixto Durán-Ballén, candidato presidencial por el Partido Social Cristiano (PSC) –fundado por Camilo Ponce Enríquez y él–, para reforzar, en 1978, su candidatura de segunda vuelta ante quien sería su vencedor, Jaime Roldós Aguilera, propuso a León Febres-Cordero, independiente, encabezar la lista de diputados nacionales de su partido; Febres-Cordero ganó esa elección al Congreso y, posteriormente, fue presidente de la República (1984-1988) y luego alcalde de Guayaquil (1992-2000), y su sucesor fue Jaime Nebot (2000-2019). Los excelentes desempeños de ellos convirtieron al partido en una gran fuerza electoral. Nebot jugó su suerte en sus dos candidatas.

Jaime Nebot: Los socialcristianos debemos aprender la lección, al menos yo la he aprendido

El presidente Lasso se encuentra en una situación extremadamente delicada. Como lo he señalado antes, públicamente, su principal debilidad es haber, más bien que gobernado, gerenciado el Estado, trasladando a Carondelet a sus colaboradores del Banco Guayaquil. Desde allí, esos colaboradores, sin conocimiento ni experiencia del manejo de las cosas del Estado, deciden de la política nacional. El caso más notorio es que uno de esos funcionarios fue designado para manejar todas las empresas públicas, las del Estado. El escándalo suscitado por la fuga del presidente de estas empresas, cuando fue denunciado por La Posta, es el detonante principal del aparatoso fracaso del Gobierno en la consulta popular. Lo confiaron todo a su encuestador de ‘CEGATOS’, quien los engolosinó pintándoles una marcha triunfal, un triunfo con cifras estratosféricas en cada una de las preguntas de la consulta. Se comprende que el presidente de la República trate de desestimar la importancia de la derrota para poder seguir adelante, pero el recibir una respuesta de ocho veces No, obliga a cualquier gobierno a cambiar de rumbo. Si se siguen los mismos procedimientos, el resultado será el mismo. Debilitado el Gobierno y fortificada la oposición, arreciarán los ataques en la Asamblea Nacional por el caso del Gran Padrino. Solo un gobierno de unidad nacional, como los que en el pasado se formaron en momentos de crisis, puede darle alivio, aire, algún respiro, al Gobierno. Son momentos decisivos. (O)