Justo cuando pensábamos que se acercaba el fin de la pandemia de coronavirus SARS-CoV-2 o COVID-19, que ya ha causado hasta la fecha 194 millones de infecciones y 4,16 millones de muertes en el mundo desde que empezó en marzo 2020, ha surgido una nueva variante del virus, la variante B.1.617.2 o variante delta, que es considerablemente más contagiosa.

Esta es una muy mala noticia, pues significa que la pandemia ha vuelto a cobrar fuerza y los últimos datos indican que la variante delta ha desplazado al resto de variantes del virus como fuente de contagio.

Una “variante” de un virus es básicamente una nueva mutación de ese virus. Uno de los principales descubrimientos sobre el COVID-19 es que tiene un muy alto potencial para mutarse con el propósito de seguir propagando su material genético, gracias al enorme número de copias del virus que son producidas en un individuo infectado. Los virólogos estiman que en las vías aéreas de un individuo sin inmunidad contra el COVID-19 llegan a producirse hasta mil millones de copias del virus. Con un número tan alto de copias del virus inevitablemente se generarán espontáneamente mutaciones. El 99,999 % de estas mutaciones son defectuosas y no sobreviven. Pero un 0,001 % son mutaciones que potencian la capacidad del virus de contagiar con mayor facilidad a personas sin inmunidad. Esto es precisamente lo que causó la variante delta. El llamado “numero reproductivo”, que es el número promedio de personas a las que contagiará una persona infectada, al inicio de la pandemia era de 2,5; los epidemiólogos estiman que el número reproductivo de la variante delta es entre 3,5 y 4,0. Este es un grado de contagio similar al del virus de la varicela.

La variante delta tuvo su origen en la India, cuando ocurrió una oleada masiva de contagios entre los meses de marzo y junio de este año y los nuevos contagios llegaron a superar 414 mil por día. La variante delta de esta manera se propagó rápida y fácilmente y desplazó a otras variantes. Los datos últimos indican que ahora es la variante principal causante de nuevos contagios en Estados Unidos y el Reino Unido. Y lo que es más preocupante es que según datos del Imperial College en Londres, Reino Unido, la prevalencia de la variante delta en personas entre las edades de 5 y 49 años es 2,5 veces mayor que en personas mayores de 50 años. Los expertos aun no saben si esto es debido a que la mayoría de las personas vacunadas son mayores de 50 años o si la variante delta en verdad es capaz de infectar con facilidad a personas jóvenes. Otro dato alarmante publicado en la revista británica The Lancet sugiere que la variante delta es también más peligrosa porque tiene una mayor probabilidad de causar infección severa.

La pregunta que inmediatamente surge es si las vacunas actualmente en uso son eficaces contra la variante delta. Afortunadamente los datos últimos para las 4 vacunas que han sido estudiadas, que son las vacunas Pfizer/Bio-NTech, Moderna, Aztra Zeneca, y Johnson & Johnson indican que la respuesta es que sí son eficaces.

Los estudios más recientes investigaron la eficacia de estas 4 vacunas analizando dos parámetros: capacidad de la vacuna para prevenir infección y capacidad de la vacuna para prevenir hospitalización. El primer parámetro es muy importante para los epidemiólogos puesto que un individuo vacunado debería eliminar rápida y eficazmente al virus si se expone a COVID-19, y esto previene que pueda contagiar a otras personas. Pero si ese individuo desarrolla infección, puede ser fuente de contagio. El segundo parámetro es muy importante para los servicios de atención médica. Nadie quiere que se repita lo que sucedió entre marzo y junio del 2020, cuando los hospitales fueron inundados con pacientes con infección grave por COVID-19 y cientos de miles de personas murieron porque no recibieron atención médica a tiempo.

Los datos más recientes para la vacuna Pfizer/Bio-NTech demuestran 88 % de protección contra infección con la variante delta y 96 % de protección contra hospitalización para personas que han recibido las dos dosis de la vacuna. Para la vacuna Moderna hasta la fecha solo hay datos de protección con la primera dosis. Estos datos revelaron que la vacuna Moderna proporciona 72 % de protección para infección y 96 % de protección para hospitalización. La vacuna Aztra Zeneca tuvo un nivel de protección un poco más bajo pero aún bueno: 60 % de protección para infección y 88 % de protección para hospitalización luego de la segunda dosis. Por último, para la vacuna Johnson & Johnson, que se administra en una sola dosis, todavía no hay cifras concretas pero un estudio reciente demostró que la vacuna confiere una protección superior para infección contra la variante delta que contra la variante sudafricana. No hay datos aún sobre la protección de la vacuna Johnson & Johnson para hospitalización.

La fuente de estos datos y cifras son estudios recientes realizados en el Reino Unido, Canadá, e Israel. La mayoría de los estudios todavía no han sido publicados pero uno de los estudios del Reino Unido acaba de ser publicado en el prestigioso New England of Medicine en su edición del 21 de julio de 2021.

Estos datos son muy alentadores, pues demuestran que para personas que han recibido la dosis completa de una de las 4 vacunas estudiadas, la probabilidad de infección con la variante delta es muy baja y la probabilidad de hospitalización es aun más baja. No hay datos sobre las vacunas chinas Sinovac y Sinopharm ni tampoco sobre la vacuna rusa Sputnik. Pero estas vacunas confieren un nivel muy bajo de protección contra la variante alfa del COVID-19, que fue la primera variante cuando empezó la pandemia en marzo de 2020. La protección de las vacunas chinas contra la variante alfa apenas superó el 50 % y es lógico concluir que probablemente no van a proporcionar protección contra la variante delta.

En personas no vacunadas, y en quienes se niegan a recibir una de las 4 vacunas que se sabe son eficaces, el riesgo de infección y hospitalización con la variante delta es muy alto. Es muy probable que ocurra una nueva y muy fuerte oleada de la pandemia en países en donde los niveles de vacunación son muy bajos, que en su mayoría son los países de tercer mundo. En Ecuador el nivel de vacunación está aumentando rápidamente, gracias a la campaña que está realizando el gobierno del presidente Guillermo Lasso. Lamentablemente un porcentaje alto de las personas vacunadas recibieron la vacuna china Sinovac.

El surgimiento de la variante delta hace aun más urgente redoblar los esfuerzos para lograr un porcentaje de vacunación de al menos 70 % en la población de un país. Es la única manera de prevenir un nuevo y probablemente muy serio recrudecimiento de la pandemia por COVID-19. (O)


* Médico especializado en Medicina Interna e Hipertensión Arterial en el Centro Médico UT Southwestern en Dallas, Texas, y Profesor de Ciencias Clínicas en la Escuela de Medicina de la Universidad San Francisco de Quito.