En este inicio de año, el futuro del país luce incierto, oscuro; cuando los noticiarios presentan las matanzas, los asesinatos que ocurren, por ejemplo, en la denominada Zona 8 del Guayas; cuando se ve que en las preferencias electorales figuran algunos ídolos locales de poca trascendencia y de pasados cuestionados, uno no puede menos que cuestionarse sobre si existe la posibilidad de días mejores.

Estando en estas reflexiones me acordé de un pasaje de uno de mis libros favoritos de mi época escolar, los de Alejandro Dumas, en que se dice que la vida es como una gran rueda giratoria, en que cuando uno está en la parte más baja, la rueda gira y lo eleva. Creo que estamos en la parte más baja de la rueda giratoria, pero no debemos desanimarnos y esperar y luchar para que el movimiento circular vuelva a elevarle al país.

De entre las cosas que agobian al Ecuador y preocupan a sus habitantes, la más notable es la inseguridad y es a la que primero debemos atender. Por eso, aunque algunas de las preguntas de la consulta popular son intrascendentes, hay algunas que sí merecen que se las apoye con decisión.

La primera, es aquella que abre la posibilidad de extraditar a los delincuentes responsables de crímenes de carácter internacional, como el narcotráfico, la delincuencia organizada que se extiende más allá de nuestras fronteras, y que tiene tanto poder económico que no hay poderes de seguridad que los detengan, ni jueces que los condenen, ni cárceles seguras, y que, más bien, estas se han convertido, en muchos casos, en centros desde los que se dirige operaciones delincuenciales.

Cuántas preguntas tiene la consulta popular de Ecuador

La otra, la que elimina la facultad del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) de designar a las autoridades de control del Estado. A diario vemos los espectáculos bochornosos de la feria de votos para esas designaciones. Tanto, que la Corte Constitucional, en ejemplar decisión, destituyó a los vocales de ese Consejo que se aferraban a sus cargos por ese otro vergonzoso sistema de los recursos de protección, concedidos por jueces de recónditos parajes, que actúan de jueces constitucionales aunque sus especialidades son de otra naturaleza.

La autonomía de la Fiscalía General es también conveniente. Las otras preguntas son más bien inocuas, pero, en general, no hacen daño.

Si esta consulta tiene éxito se puede pensar, a futuro, en otra de mayor alcance, que elimine la Constitución actual, la de Montecristi, que es el origen de toda esta confusión legal que vivimos, y quede vigente la Constitución anterior, la de 1998, que no tenía estas novelerías que tanto daño le han hecho al país. En un plebiscito se puede, también, consultarle a la ciudadanía asuntos como la de volver al sistema de dos cámaras: una de senadores y otra de diputados; siendo la primera más bien de revisión de los proyectos de ley provenientes de la de diputados. El Senado elegiría a las autoridades de control, aprobaría la contratación de créditos externos. En la de diputados se concentraría la facultad fiscalizadora y el inicio del trámite de aprobación de leyes. (O)