“Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes… ¿Estos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos?”. Así les habló el eximio fray Bartolomé de Las Casas a los notables de la Isla Española en 1511, aludiendo a los indios que la habitaban. Millones de ellos murieron esclavizados y presas de las enfermedades que les trajeron los conquistadores. Les robaron sus posesiones. Quedaron sepultados sus conocimientos en medicina, arquitectura, arte, astronomía.

Conforme a Unicef, el 39 % de la niñez indígena padece desnutrición crónica. ¿Podremos entender lo que ello significa?

Jorge Dávila, en Boletín y elegía de las mitas, cuenta que el mitayo aprendió a contar con los latigazos que le daban. Después debía besar el látigo y la mano del patrón. Aun en la segunda semana del siglo XX los nativos americanos debían hincarse para hablar a los blancos, apartarse de su camino a fin de darles paso, cargar para ellos bultos inmensos, se los vendía con los fundos.

En 1990 se levantaron los indígenas. Recobrar las tierras que trabajaban era una reivindicación primaria. Casi el 50 % del total de ellas estaban en manos del 4 % de dueños agrícolas. Bandas armadas contratadas por los terratenientes asolaron el campo. Después del levantamiento, no se les permitía a los comuneros ingresar a ciertos lugares.

El 2019, el presidente de la República que gobernó por encargo de quien después sería su sucesor y de otros ciudadanos del palco, suprimió el subsidio a los precios de los combustibles para cumplir las imposiciones del FMI. Dos años burlados por el régimen. Y ardió Troya, los indígenas bajaron del páramo adonde un exalcalde los exhortaba a regresar. Se derogó el ‘inderogable’ decreto.

Tramposamente el gobernante espurio fue aumentando el precio de los combustibles. El actual siguió haciéndolo, con el consecuente incremento de la inflación, que golpea más al agro, con el 42,4 % de pobreza de la población a diciembre de 2021, según datos oficiales. Es decir, entre 4 y 5 de cada 10 ecuatorianos no tienen lo necesario para vivir. Conforme a Unicef, el 39 % de la niñez indígena padece desnutrición crónica. ¿Podremos entender lo que ello significa?

En 2022, después de un año de diálogos infructuosos, los aborígenes fueron de nuevo a la lucha por su precaria situación económica. Al inicio, el Ejecutivo negó las demandas, que eran no solo de interés de aquellos sino de la nación, pero luego se fue abriendo. Los protestantes también y se reabrió el canal de comunicación entre las partes, que el presidente Lasso suspendió por la muerte de un militar. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos informaron que fueron militares y policías quienes atacaron a los comuneros. Entonces ya había varios muertos, por lanzamiento de bombas lacrimógenas y perdigones realizado por la fuerza pública. ¡Vidas que les valen menos! La ONU, la CIDH, Amnistía Internacional también han denunciado graves violaciones a los derechos humanos, principalmente del Estado. La tozudez del Gobierno fue vencida por los acuerdos. Hay que dar la mano, no la espalda, ver a los ojos. (O)