Me quedé helada cuando le oí decir “dale a la Moni que es de armas tomar”.

Alguna vez vi una pistola en manos de un amigo de papá, un eterno suicida al que consolaba y disuadía de suicidarse. Entró a la casa borracho y armado, gritaba que se iba a matar, pero que antes mataría a papá porque no era ningún pendejo como para irse solo a la eternidad. Mamá nos encerró a todas en su dormitorio, pero yo avancé a ver la pistola en la mano temblorosa del suicida fallido. No entendía mucho la situación, pero sabía que debía rezar. Así lo hice. Creo que todas lo hicimos: “Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío”.

Inesita Albán era la mujer más bella que yo recuerde. Vivía en la casa de mi abuela, pero yo estaba segura de que se había escapado de la pantalla del teatro Rex, que colindaba con aquella casona. Yo jugaba con sus hijas, y por eso fui a la kermés de su colegio. Y fue cuando las cachiporras hacían la real, que le oí decir “dale a la Moni que es de armas tomar”, y me quedé helada.

Harta demencia

Portación de armas

A mi mente vinieron pistolas y escopetas. Pensé que la misión que debía llevar a cabo, con lo que me darían, sería de terror. Me vi en una celda de la cárcel vieja, donde papá curaba a presos a cambio de abrazos. Vi todo negro hasta que una amiga de Inesita me extendió un talonario de boletos para la tómbola. Respiré aliviada y entendí que debía venderlos todos, eso era ser “de armas tomar”.

El diccionario define esta expresión como sinónimo “de voluntad fuerte”; y la Real Academia Española dice que se utiliza para calificar a una persona “que muestra bríos y resolución para acometer empresas arriesgadas”. No sé si vender boletos era arriesgado, pero en una vuelta a la cancha de aquel colegio logré vender todos.

Nos urge una persona que arriesgue, que tenga bríos, que tome al toro por los cuernos y cambie armas por libros.

En estos tiempos que corren los ecuatorianos queremos que este barco/país lo “capitanee” alguien de armas tomar. Una persona que se arriesgue, que tenga bríos, que tome al toro por los cuernos, pero parece que el mensaje del pueblo no llega a los mandatarios como debería, o ellos lo tergiversan.

El presidente Lasso creo que oyó solamente la palabra “armas”, así solita. Y ¡zas! Pensó que como nosotros tenemos un problema con los delincuentes (del que él se salva, según parece) necesitamos tener/portar armas. Pero eso sí, es un uso regulado y responsable. Se evaluará al tenedor/portador. Nadie que sea medio loco, turulato o impaciente obtendrá el permiso. ¿En serio, presidente Lasso? ¿En qué luna de Valencia vive? No me dirá que no ha leído en los postes de la capital ecuatoriana unas sendas ofertas de “se limpia récord policial”, “se hace tesis de grado”. ¿No se enteró de que los carnés de discapacidad se entregan como volantes de circo? ¿En serio?

A los ecuatorianos nos urge un presidente de armas tomar, no uno que defienda la tenencia/porte de armas, sino uno que aterrice; que se empape de realidad nacional; que ande a pie, que vea, huela y sienta la pobreza; que se duela por la injusticia; y, que gobierne.

Nos urge una persona que arriesgue, que tenga bríos, que tome al toro por los cuernos y cambie armas por libros. ¿Será mucho pedir, presidente? (O)