De 15 encuestadoras que consultaron la intención de voto de los ecuatorianos para el sufragio del pasado 7 de febrero, solo dos ubicaron en segundo lugar al candidato Yaku Pérez.

La encuestadora Comunicaliza lo situó con el 19,2 %, en un muestreo de 2.057 entrevistados, del 19 de enero previo a las elecciones. La otra fue la Celag, que le asignó el 21,2 % de intención de votos, entre 3.000 ciudadanos consultados, el 13 de diciembre de 2020. La primera reconoce un margen de error del (+-)2,16 % y la segunda, del (+-)2,2 %. Las restantes siempre le dieron el tercer puesto al candidato Yaku Pérez. Ninguna encuestadora lo puso en el primero.

¿A dónde quiero llegar? Que los resultados oficiales –al momento en que escribo esta columna– aún no se han declarado; y que, para anunciarlos, las autoridades electorales tienen que esperar el cierre de los comicios de cada provincia y de los cumplidos en el extranjero. Pero sí se puede considerar información fiable a la proporcionada sobre las tendencias de las preferencias dentro de cada provincia, en las que aún no se ha cerrado el escrutinio.

Lo anterior lo saben los candidatos. Muchos de ellos no se han pronunciado, aunque atentos guardan prudente espera, lo cual es sensato.

En esa línea de cuidado y sin perder de vista que el verdadero enemigo ansía que la votación contraria se divida más, sería aconsejable que el candidato Pérez, hombre formado como abogado y defensor de los derechos humanos, haga uso de sus conocimientos, adopte la templanza del demócrata y aguarde los resultados oficiales. Si él logra los votos del Guayas para llegar segundo en esta fase del proceso comicial, seguramente contaría con el respaldo de esta parte del país para llegar a Carondelet. También le ha ofrecido caballerosamente su apoyo el candidato Guillermo Lasso y corresponde aceptárselo o declinarlo cortésmente.

Lo que sin duda no debería es recordarle al país con amenazas de personas de su entorno, los lamentables sucesos de la protesta indígena (de octubre del 2019) que pusieron en peligro la democracia y crearon innecesaria desconfianza entre hermanos. Por cierto, la misma democracia que hoy le permite a él competir por el poder, con el apoyo de otras culturas.

Por otro lado, si fuere Guillermo Lasso, quien según las tendencias llegare a disputar la segunda vuelta, consciente como es él del gran respaldo que tiene el candidato Pérez, debería presumir que necesita esos votos y de los seguidores de los demás candidatos fuera de la lid.

Esta realidad obliga a unirnos y pedir a los candidatos que hemos apoyado que conformen una coalición patriótica, de consenso sobre los principales y urgentes objetivos para recuperar lo perdido en los últimos catorce años, durante los cuales el socialismo del siglo XXI experimentó con la suerte del Ecuador.

El cogobierno es la salida del empantanamiento del retraso, miseria y tragedia de la pandemia. Para los renuentes, una ficción; para los demás, realizable, luego del derrumbe de la Babel ecuatoriana que nos dejó el correato. (O)