La urgencia por integrar nuestra economía al mundo, para estimular el crecimiento y dinamizar el sistema productivo a través de tratados comerciales, nos plantea también la oportunidad de capitalizar las iniciativas globales de la cooperación internacional. Su vínculo directo con el derecho fundamental al desarrollo crea un nuevo orden económico y social, que moviliza recursos financieros, técnicos y de conocimiento, basado en la igualdad, la soberanía, la interdependencia, el interés común y la cooperación entre Estados.

Hoy, la cooperación se concentra en tres programas de la geoestrategia mundial. El primero: Build Back a Better World, conocido como B3W, liderado por los Estados Unidos; Belt and Road, conocido como BRI, de China; y la iniciativa Global Gateway, de la Unión Europea. Tres programas que focalizan su financiamiento público y privado hacia un interés común en infraestructura verde, digital y sanitaria; y plantean diferencias en función de su posición geográfica, intereses estratégicos y estándares de gobernanza.

El B3W se enfoca en proyectos que frenen la migración irregular estimulando el desarrollo local y la autosuficiencia, principalmente de Centroamérica, e integran estándares de inclusión y equidad para las poblaciones más vulnerables de la región. Los primeros proyectos en la lista de posibles financiamientos incluyen plantas de energía solar, instalaciones de tratamiento de agua, investigación y fabricación farmacéutica, enlaces digitales para agricultores y proveedores, e inversiones en empresas propiedad de mujeres.

Como parte de la iniciativa BRI, el mes pasado se acordó un plan de acción conjunto en áreas clave entre China y los Estados miembros de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) donde se fomentan proyectos de electricidad, petróleo y gas; y se mantiene el interés en la exploración de recursos minerales integrando tecnologías limpias. La Celac podría representar el contrapeso regional para abrir un diálogo transparente y productivo con China para tratar sobre la insostenibilidad de la deuda con los países de la región y alinear una acción coordinada para combatir eficazmente la corrupción que permita reconstruir la confianza entre los Estados. El oportuno encuentro anunciado entre Ecuador y China posibilitará, de manera directa, renegociar la deuda, revisar los estándares de calidad de los proyectos en ejecución, reforzar la importancia de la protección del trabajo decente, reafirmar el compromiso conjunto contra la pesca ilegal, entre otros temas.

El programa Global Gateway, de la Unión Europea, focalizará su estrategia en la integración de cadenas de suministro más competitivas y resilientes, con especial énfasis en innovación, emprendimiento y diversificación productiva, que impulsen el desarrollo desde la cohesión social.

La condición fundamental de la cooperación internacional es clara: democracias sólidas, Estado de derecho, gobernanza y transparencia. El desarrollo sostenido exige un compromiso práctico con los estándares de los derechos humanos y su impacto progresivo y medible en la calidad de vida de los países receptores. (O)