En sus horas más negras y pesadas, los pueblos y las personas conservan la esperanza de que vendrán otras más llevaderas; pero, hasta aquí, parece que primero tenemos que tocar fondo antes de encontrar la vía para empezar un ascenso hacia la luz. Después de que el informe de la comisión especial de la Asamblea Nacional señalara muchas faltas de la administración del presidente Guillermo Lasso –fundadas o no–, con el respaldo de 104 asambleístas, y solo 18 votos en contra, se diría que el juicio político en contra del presidente de la República será formalmente planteado y su curso solo podría ser detenido por la Corte Constitucional si negara su admisibilidad por razones de forma, porque no podría o no debería juzgar sobre el fondo, porque eso le corresponde a la Asamblea Nacional.

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Si la Corte Constitucional no da luz verde a la admisibilidad, la oposición anuncia que se radicalizaría en otros frentes. Si la Corte declara la admisibilidad, el presidente, si prevé que no logrará neutralizar a la oposición y será destituido, puede anticiparse renunciando o disolviendo la Asamblea Nacional mediante la muerte cruzada, que es como Sansón que murió, pero se llevó consigo a sus enemigos.

Siempre que los gobiernos, aquí y en el mundo, empiezan a tener problemas graves comienzan a comprender que algo han hecho mal y tratan de corregir, de cambiar de actitudes. Pero si esos cambios no son sinceros y permanentes, y sobre todo, oportunos, reciben la tradicional respuesta histórica: “Demasiado tarde”.

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Para tratar de contener el embravecido oleaje que lo golpea, el presidente Lasso se ha dirigido a la Fiscalía General manifestándole que la administración está lista a proporcionar toda información sobre su cuñado, identificado por el medio digital La Posta como El Gran Padrino. Este es un cambio de actitud saludable.

El ministro de Economía ofrece elevar el gasto social en cifras astronómicas. Enhorabuena si es así, pero que no nos pinten de nuevo como inversión lo que es gasto corriente, sueldos. El pueblo quiere ver, sentir, inversiones tangibles, reales; sin obra pública el pueblo seguirá sintiendo hambre. Como he dicho antes, la interpretación bancaria de la política le ha conducido al Gobierno a la encrucijada actual. Si le queda tiempo, el Gobierno debe comprometerse a atender las urgentes necesidades populares de trabajo, salud. Producir bien, repartir bien y …rápido. El pueblo no puede esperar el balance de fin de año.

Si hiciéramos una evaluación de las dos funciones del Estado en conflicto, encontraríamos muchos errores en la Ejecutiva, pero mayores en la Legislativa, y muchos por omisión; y sus culpas se multiplican por la obstrucción a las iniciativas presidenciales.

No hay que echar en saco roto que este juicio político es el segundo con el que se pretende destituir al presidente de la República. La Corte Constitucional deberá resolver si esto está permitido por la Constitución. Recuérdese que el presidente solo puede disolver una vez a la Asamblea Nacional. Desgraciadamente, vivimos una época de inestabilidad; a lo que se suma la continua agitación del personero de la Conaie. ¡Serenidad, sangre fría! (O)