El barro, o lodo, puede tener connotaciones tanto de ‘suciedad’ –se dice de la masa negruzca o café formada por tierra y agua– como sagradas. Con el barro nos enlodamos, los chanchos gozan, pero también moldeamos y creamos algo que puede ser una obra de arte. Para las comunidades que aún viven en relación estrecha con la naturaleza, el barro sana la piel y untarse esta masa por el cuerpo es un tratamiento medicinal. El barro aparece, incluso, en mitos sobre el origen del hombre, en los que cada elemento tiene un significado sobre su propia naturaleza: desde ser moldeado por un creador hasta el ser secado en el fuego para cobrar vida.

El barro guarda dentro de sí infinitos secretos y posibilidades de transformación. Pero esto es algo que no solo nosotros percibimos, sino también los mágicos nenúfares y lotos. Con sus flores de alucinantes colores –púrpuras, rosadas, azules, celestes, blancas–, no dejan de conmovernos con su belleza, pureza y delicadeza. Y son estas virtudes, que las flores representan, las que han sido reconocidas por el hombre desde sus inicios. Para muchas civilizaciones estas flores son sagradas y las grafican junto a sus representaciones de lo divino: como el loto azul de Egipto o el loto blanco de la India.

A partir de la semilla, el brote surge del barro y eleva su tallo por un entorno de agua turbia y oscura para salir a la superficie. Los lotos se siguen elevando varios centímetros por sobre encima del agua para abrir sus pétalos, mientras que los nenúfares abren su flor en la superficie del agua. Los lotos y nenúfares nunca se desprenden del barro, una vez asentados ahí, seguirán su ciclo natural en un entorno lleno de ‘impurezas’.

En Sudamérica, en el río Amazonas, se encuentra la reina Victoria amazónica, el nenúfar más grande del mundo: sus hojas pueden llegar a medir 3 m de diámetro. Fácilmente una persona puede sentarse o incluso recostarse en sus hojas. La flor de la Victoria es nocturna y mantiene una historia muy romántica con un pequeño escarabajo polinizador. El escarabajo y la flor tienen una relación exclusiva, es decir, solo él poliniza esta especie. El brote de la Victoria se calienta a varios grados por encima de la temperatura ambiente y empieza a emanar un olor a fruta madura, luego ella abre su flor, el escarabajo ingresa y la flor se cierra con él adentro. Sin embargo, dentro de la flor el escarabajo tiene comida, refugio, e incluso se da el caso de que más escarabajos llegan a la misma flor y pueden reproducirse ahí dentro. Un estudio descubrió que la principal razón de la elevada temperatura de los brotes es para calentar al escarabajo –simulando los rayos del sol– y así darle energía para que pueda volar llevando el polen a otra flor. Si la flor no se calentara, el escarabajo no tendría energía para volar y caería en el agua, ahogándose.

Un gran alfarero, artesano, es aquel que ve la belleza en el barro. Aquel que en esa masa encuentra infinitas posibilidades para crear algo que perdure. Seamos alfareros y, aun en épocas turbias, de mucha ‘impurezas’ y caos, encontremos lo bello y aprovechemos las oportunidades de crear nuestra propia obra de arte. (O)