Los psicólogos Ryan y Markova desarrollaron en el 2006 la Teoría del Proceso de Aprendizaje, según la cual los seres humanos transitan por cuatro zonas: confort, miedo, aprendizaje y crecimiento.

Aplicando sus ideas, se puede dibujar el proceso que se ha vivido: los ecuatorianos estaban en un entorno conocido y familiar en el 2020 cuando se presentó la pandemia, que amenazó las vidas de todos, infundió miedo, estrés e incertidumbre. El COVID estuvo tan alejado de experiencias previas que se presentó como algo abrumador. Entonces todos se protegieron y se distanciaron. Como reacción a las circunstancias algunos se congelaron, otros rápidamente se movieron tomando decisiones, algunas personas sacaron lo mejor, y en otros afloraron sus mayores debilidades.

Cuando se conoció cómo tratar el COVID-19 y manejarlo en el día a día: los Gobiernos flexibilizaron las restricciones, se empezaron a superar los miedos, a ganar confianza, a entender el nuevo mundo y buscar alternativas; se estiraron las habilidades de todos, se cambiaron hábitos y sistemas. En definitiva, se aprendió. Hoy hay un alto porcentaje de la población que ya fue infectada y otro muy alto de vacunados, se observan contundentes evidencias de que las nuevas variantes no son mortales, los tratamientos han minimizado los impactos. Es momento para capitalizar lo aprendido y transitar a la zona del crecimiento.

El mismo proceso de aprendizaje se ha vivido en las empresas: en la zona de miedo se reenfocaron en lo básico, protegieron la rentabilidad, recortaron personal, redujeron costos, digitalizaron, cuidaron a su gente, aplicaron el teletrabajo, se ingeniaron en mantener la operatividad, liberaron la sensibilidad y la solidaridad; reprogramaron sus pasivos, retuvieron el mejor talento, refinaron sus prácticas de bioseguridad, ajustaron sus portafolios de productos y servicios, adquirieron los recursos necesarios. Empezaron a mirar un mundo nuevo por abordar: preservar la salud biológica física y mental y todo aquello que sea necesario, como la buena alimentación, el ejercicio, las distracciones, la cultura y el ocio, la socialización y la interrelación con otros... en la línea de lo que afirmó Peter H. Diamandis: “Las mayores oportunidades están en los mayores problemas del mundo”.

Para crecer en la dimensión personal, sostienen los expertos, es necesario encontrar un propósito, imaginar un sueño por alcanzar, plantearse nuevas metas por conquistar y proyectos por emprender. En el ámbito empresarial es igual, es necesario reinventarse, visualizar oportunidades, diversificar los mercados, encontrar océanos azules, cuidar la liquidez, la reputación y actuar con celeridad.

Quizás lo más difícil es aceptar que hay que convivir con el COVID-19, lo que implica un cambio permanente en la manera de vivir, practicando medidas de higiene y bioseguridad y vacunándonos cada cierto tiempo. En paralelo, mejorando la eficacia de las vacunas, los tratamientos y manteniendo la capacidad médica para atender a los pacientes que se van a ir contagiando en el futuro. Dinamarca, Suecia y Finlandia así lo han entendido y han vuelto a la “normalidad”. ¿Estamos conscientes todos de que es el momento de empezar a darle la vuelta a la página del COVID-19? (O)