“Don Otto le dice a Fritz que descubrió a su mujer con un amante en el sillón de su casa. Le advierte que no aceptará estos hechos y que buscará una solución drástica. Días después Fritz le pregunta a don Otto qué hizo para resolver el engaño. Don Otto, muy ufano, le dice: “Problema resuelto: vendí el sillón”. Chiste trillado del humor latinoamericano (se cree que su origen estuvo en Chile) y que manifiesta la ingenuidad de los dos personajes, migrantes alemanes, alrededor de los cuales se han contado muchas otras jocosas situaciones.

Chiste, sin embargo, que volvió a mi mente casi automáticamente al escuchar de boca de la más alta autoridad del Estado el anuncio de que el edificio, bien público, construido con el dinero de los contribuyentes, en el que lamentablemente ocurrió el femicidio de la abogada María Belén Bernal, será derrumbado, entiendo, para que no vuelvan a ocurrir estas cosas allí, porque como símbolo de algo me parece que no reúne los requisitos. Solo faltó, como don Otto, decir: “Problema resuelto”.

¿Qué temas fueron atendidos con premura para apagar rápido el fuego y así evitar que se propague?

¿Se puede actuar con tanta ingenuidad política y falta de sensibilidad social como para creer que esa es la mayor aspiración de quienes repudiamos el crimen cometido contra su esposa por un oficial de la Policía? Definitivamente no, y quien sea la lumbrera de tales ideas, por favor, un poco de sindéresis.

Pero tanto o más que el anuncio mismo de la destrucción de un edificio aún funcional, me preocupa que días previos, al calor de los ataques al Gobierno y a cada funcionario relacionado con la seguridad, leí en Twitter una propuesta muy parecida de algún navegante digital, opinador, que logró algunos adeptos replicadores de su propuesta, y varios detractores.

Entonces vuelven las dudas: ¿Se están tomando decisiones basadas en lo que se diga en Twitter y genere un impacto negativo para el mandatario y sus ministros? ¿Twitter empujó la salida del ministro Carrillo del manejo interno de la crisis, dándoles así un triunfo inmerecido a sus detractores y enemigos? ¿Son los troles los que ya encontraron la vía para arrinconar al Gobierno y hacerlo fallar? Una duda más: De ser esto cierto, ¿cuántas otras decisiones de Estado se han tomado por miedo al trending topic de Twitter. Qué temas fueron atendidos con premura para apagar rápido el fuego y así evitar que se propague?

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Pienso que las redes sociales están logrando efectos importantes en comunidades específicas, y en el caso de Twitter, en cámaras de eco que se forman a través de esta red, para debatir temas álgidos, de política, seguridad, migración y un largo etcétera. Pero de allí a permitir que sean el referente a tener en cuenta para la toma de decisiones al más alto nivel, estamos hablando de una distorsión grave de lo que es el manejo de la cosa pública.

Twitter, señores del Gobierno, es la red menos numerosa, pero sí con un ato nivel de influencia que bien canalizada y con el adecuado tratamiento anticrisis podría servir de ayuda en la consolidación de la filosofía del actual régimen. Pero primero hay que controlar la ansiedad de creer que allí está “todo el mundo”. Derrumbar, ahí sí, los mitos que alimenta la desinformación. (O)