Gran cantidad de ecuatorianos ha pensado en dejar este país. Anhelamos mejores oportunidades, calidad de vida y todo lo que creemos que se considera un buen futuro. El deseo de migrar se despierta sobre todo en quienes padecen realidades más desafortunadas.

Actualmente nos llegan noticias de la odisea en la que consiste cruzar a pie la selva de Darién, un paso obligado para los cientos de latinos que desean conquistar el sueño estadounidense. Imágenes de familias enteras, mujeres y niños que desafían este paso ubicado entre Panamá y Colombia, nos asaltan a menudo.

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La migración tiene muchas caras ocultas sobre las personas y sus procesos de convivencia, transformaciones y cambios. No olvidemos que quienes emigraron pertenecen a un país que también debe responder por ellos.

Contar con archivos que permitan construir Historia y rastrear los fenómenos sociales que acompañaban las condiciones de vida precaria, es necesario, para la memoria de nuestros países. De esta forma, La vida en dónde (2022) muestra las múltiples voces, trayectos, palabras y evidencias sobre las personas en movimiento. El libro nace de la iniciativa del colectivo y medio de difusión Corredores Migratorios, fundado en 2018, cuyo manifiesto defiende: “... abrir simbólicamente corredores migratorios en nuestros países y dar cuenta de nuestros desplazamientos poniendo en marcha narrativas, datos, imágenes y miradas, a fin de interpelar las políticas de cierres de fronteras...”. Más del trabajo de la organización se puede conocer en corredoresmigratorios.com.

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La vida en dónde reúne más de 30 voces ecuatorianas, venezolanas, ucranianas, españolas, entre otras nacionalidades, que han accedido a contar sus historias, procesos y conocimientos. El libro no es un mero registro de testimonios recogidos para que un “especialista” realice el análisis y les otorgue la mirada académica, sino que apuesta por ofrecer “comunidades portadoras de conocimiento hechas con muchas voces de muchas formas”. El lector encontrará tres apartados que incluyen poesía, crónicas, ensayos y registros fotográficos que responden a una auténtica pluralidad de vivencias. Tal vez ahí radica la diferencia y especial labor del libro: recoger lo múltiple sin limitar y homogeneizar los relatos únicos.

Hay líneas que se hacen escuchar con especial resonancia, como las de Bernardita Maldonado (lojana que vive en España), al transmitir la sensación de desarraigo: “Ecuador línea imaginaria/ que parte mi centro en dos/ Ecuador colorida cuerda/ que saca del pozo sellado/ el agua viva/ el agua mansa/” y que universaliza la conexión con nuestras historias propias: “Hasta donde me llevan/ las pisadas de los muertos/ que echan raíces/ en nostalgia”. Por otro lado, la presencia de Carmen Carcelén, una comerciante en Ipiales (dentro de dinámicas muy crueles e injustas) remueve nuestras conciencias. Su labor consiste en ofrecer albergue a refugiados que cruzan la frontera. Su ayuda es una prueba de solidaridad frente a todas las políticas que criminalizan a los migrantes.

La vida en dónde es necesario para estos tiempos en donde el odio se amplifica. Un libro para desdibujar nuestras propias fronteras. (O)