Aunque muchos han decidido mirar de lejos, es urgente dar la voz de alerta: Quito, la capital del Ecuador, parece cada vez más próxima a convertirse en un ‘desierto informativo’, una condición que hasta ahora se endilgaba a ciudades pequeñas, donde la crisis de los medios, tanto económica como tecnológica, los han empujado al abismo. Pero acá no. Estamos hablando del histórico epicentro de la política ecuatoriana, donde se toman a cada momento decisiones que trascienden el país.

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Para más luces, los ‘desiertos informativos’ son aquellos lugares que carecen actualmente de un periódico encargado de darles difusión a las noticias comunitarias hiperlocales. Su aparecimiento como tal, de acuerdo con entidades privadas que miden la situación, en Estados Unidos, por ejemplo, está creciendo de forma acelerada desde 2017, y no solamente en las áreas rurales, sino también en pequeñas urbes. Y en Latinoamérica ya no en tan pequeñas, como se marcaría con lo que pasa ahora mismo en Quito, donde el diario de referencia, El Comercio, con más de cien años de historia y que debe su nombre justamente a la actividad económica hiperlocal más importante que vivía la ciudad al momento de que surgiera el periódico, ha dejado de circular en su edición impresa en dos momentos en lo que va de diciembre, justamente cuando la capital celebra la fundación, su fiesta más importante.

Estamos hablando del histórico epicentro de la política ecuatoriana, donde se toman decisiones que trascienden...

La crisis hacia adentro que vive El Comercio, con el impago de sueldos, y más grave aún, con el no pago de las liquidaciones a quienes trabajaron lealmente por décadas y fueron cesados de forma tajante y abrupta hace meses y años, da a las claras muestras del poco interés que su existencia genera en quien se lo compró a la familia de sus fundadores, durante el gobierno correísta, que no puso reparos a la transacción con un extranjero, a pesar de sus múltiples reparos a las otras actividades de quienes dirigían la prensa.

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Esto que ha redundado en la ausencia del tradicional periódico en las calles, que afecta también a su hermanado diario Últimas Noticias, y se suma a otra crisis que empujó años atrás a la desaparición de su competencia, el aguerrido diario Hoy, ponen en serio riesgo la circulación confiable y útil de la información entre los habitantes. Estudios sobre estos sitios donde el ecosistema de la comunicación se ha vuelto árido determinan que afectan en condiciones elementales, como la salud básica, que buena parte de la población deja de tener pendiente al faltar quien se lo alertaba continuamente.

Algunos dirán que exagero porque a estas alturas del siglo XXI todo está en la web y “todo el mundo” (teoría tan pretenciosa como falaz) sabe cómo acceder a ella. Pero la convivencia comunitaria, ese parentesco subliminal que han venido teniendo los periódicos locales con sus vecinos no es tan fácil de reemplazar aun con propuestas digitales que, por dar grandes muestras de creatividad, miran lejanos bosques, curiosos bosques, chistosos bosques y no al árbol que tienen en frente de sus narices.

Toco entonces nuevamente la campana de alerta: Quito está en serio riesgo de entrar a la lista de ‘desiertos informativos’. ¿Es que nadie lo va a impedir? (O)