Esta es la traducción corta del título en inglés del artículo publicado hace unos meses por Selin Ozyurt y Simón Cueva, con el auspicio de la AFD: Agencia Francesa para el Desarrollo. Allí, Cueva, quien ha sido anunciado como el próximo ministro de Finanzas, reconoce que la dolarización ha sido muy buena para el Ecuador en los primeros nueve años, pero después se constituyó en un sistema rígido que no contempla la flexibilidad de devaluar para enfrentar choques en el comercio exterior o diluir problemas de competitividad en la producción (si esto fuese verdad, Venezuela sería supercompetitivo). En la sección 4.2 el coautor explica la opción de cambio en el gasto, con estas palabras: “La ausencia de una tasa de cambio implicaría una devaluación interna, esto es: un período de dolorosa deflación y contención-reducción de sueldo” (traducción mía).

Es decir, algo opuesto al prometido aumento de sueldo que ofreció el presidente electo en campaña. Más adelante, admitiendo la debilidad de la caja fiscal, concluye en negrillas (para no dejar dudas de lo que quiere decir) que, en el contexto que allí analiza, “Ecuador debe ir a un ajuste fiscal que implica altos costos sociales”. Algo que, nuevamente, se opone a la promesa de Guillermo Lasso de no crear más impuestos.

El artículo de Cueva pudo haberse llamado Dolarización: ¿maldición o bendición? Pero no, escogió el orden inverso, en consonancia con su narrativa de que, en su opinión, la dolarización al principio fue buena y después lo fue menos, dejando entrever lo que realmente piensa sobre la dolarización en estos días.

Cueva es sobrino carnal de Ana Lucía Armijos, ha trabajado en el Banco Central del Ecuador (BCE) que ella presidió y en el Fondo Monetario Internacional (FMI). Junto con Pablo Better y Augusto de la Torre, exasesor y sucesor de Armijos en el BCE, Cueva se oponía a la dolarización cuando Mahuad escuchaba a guayaquileños que querían implantarla. Esto lo sé por testimonios de quienes participaron en ello.

Años después del éxito de la dolarización, Cueva vuelve al ataque con este artículo, en el cual considera opciones que son opuestas a las ofertas de Lasso. Entonces, ¿por qué escoger a Cueva para tan importante cargo? La respuesta podría estar en las recientes declaraciones de Mauricio Pozo, actual ministro de Finanzas, quien ha dicho que Ecuador necesita $ 8 mil millones más de deuda en 2021. Y como solo el FMI podría facilitarlos, se hace plausible pensar que, para conseguir tal financiamiento, un interlocutor muy adecuado podría ser Cueva, quien actuaría como una especie de agente de confianza doble, pues ha sido funcionario del FMI.

Si es así, sería bueno que haga rápido ese trabajo y luego abandone el cargo, ya que no vemos en su trayectoria de vida, ni en sus inteligentes contribuciones académicas, la más mínima alusión siquiera a reducir el voraz gasto público, “causa primigenia de la crisis actual” (A. Dahik), ni a volcarse a aumentar la productividad del sector real, como lo han hecho, por ejemplo, los camaroneros. Quizás Cueva será un excelente ministro de Finanzas, pero no el ministro de Economía que necesita el Ecuador para aumentar su desarrollo. (O)