Durante los últimos días de la administración de Jorge Yunda se aprobó el Plan de Uso y Gestión de Suelo del Distrito Metropolitano de la ciudad de Quito. Se trata de un documento extenso que define el crecimiento de la capital y que tendrá vigencia por los próximos doce años. Muchos de quienes nos desempeñamos en el campo de la planificación urbana estamos aún revisando todas las especificaciones contenidas en dicho documento. Más que hablar sobre los contenidos específicos del PUGS, considero conveniente hablar de los criterios que se manejan a nivel mundial para el crecimiento adecuado de las ciudades. Con suerte, encontraremos algún ejemplo específico que valga la pena mencionar como relevante o preocupante.

No nos olvidemos ante todo de que la ciudad debe garantizarle bienestar y calidad de vida a sus habitantes; pero eso no se logra solamente con una lista utopista de buenas intenciones. Se debe entender siempre a la ciudad como un evento económico. Es la actividad económica la que garantiza el crecimiento y la prevalencia de las ciudades en el futuro. Si no me creen, estudien el caso de Detroit, desde la posguerra hasta nuestros días.

Habiendo resaltado la relevancia de la ciudad como evento económico, queda claro que todo lo que el PUGS especifique para la realización de actividades comerciales e industriales tiene su peso dentro de la organización de la ciudad. Ahí los PUGS (no solo el de Quito, sino todos) deberían tomar en cuenta aspectos como economía urbana, economías de escala y gravedad económica. La definición de la presencia de negocios en sitios determinados de una ciudad no debe ser algo que se resuelva solamente basado en principios estéticos. Aunque suene contradictorio, el mercado se beneficia de la proximidad entre negocios similares. El cliente insatisfecho de uno se convierte de inmediato en el potencial cliente de otro; el empleado despedido de un negocio tiene más oportunidades de ser contratado por la competencia cercana, al tratarse de alguien que no requiere mayor capacitación, por conocer las mañas del negocio. Esos son los beneficios invisibles de la economía de escala, por los cuales negocios semejantes suelen ponerse próximos entre sí, de manera casi natural.

De lo que he podido revisar en el PUGS del MDMQ, en sectores específicos se regula el distanciamiento entre negocios afines en dos categorías: aquellos que deben mantener una distancia de 20 metros entre sí y aquellos que deben mantener una distancia de 200 metros. En este grupo se pone a los concesionarios de automóviles, quienes suelen beneficiarse de la proximidad con sus competidores. Obligar a un potencial cliente a recorrer más de dos cuadras para ver otras alternativas puede perjudicar a dicho sector. Es preferible prohibir del todo dicha actividad en sectores específicos a tener que esparcirlos en un área determinada.

¿Cuántas observaciones como esta irán saliendo a medida que los urbanistas vayamos escudriñando este documento regulador del crecimiento urbano? Es una pena que no se haya dado un debate abierto para un documento tan importante como este, que regulará el futuro crecimiento de la ciudad. (O)