Me parece que todos hemos pensado, en algún momento de nuestras vidas, que somos el centro de todo: que el Universo gira a nuestro alrededor y que debe responder a nuestros deseos y frustraciones. No toma mucho tiempo, pasada la niñez, para darnos cuenta de que estábamos groseramente equivocados.

Sin embargo, este egocentrismo ‘individual’, quizás, se transforma en un egocentrismo ‘general’ que se manifiesta en la visión homocéntrica del cosmos que los humanos hemos tenido desde la antigüedad. Y es que parece natural que el ser humano, por su influencia en la realidad, quiera sentirse importante y relevante. Así, es comprensible que en nuestras primeras explicaciones del Universo el humano y la Tierra sean el centro del Universo. Era imposible, en esa época, no concluir que el Sol y la Luna giraban alrededor de la Tierra, si todos los días los humanos los veían hacer, precisamente, eso. Tenías que ser un loco para contradecir lo que se observaba.

Este asombroso proyecto ha unido a 300 científicos que operan un sistema global de telescopios que juntos usan a la misma Tierra como un gigantesco telescopio.

Tuvo que venir un genio ─que, además, estaba un poco loco─ para enseñarnos que nuestros sentidos y nuestros sentimientos nos engañaban. Estudiando el movimiento de las estrellas, Nicolás Copérnico concluyó que la Tierra tenía que girar alrededor del Sol para explicar el movimiento de estos cuerpos celestes en el firmamento. Este fue el primer golpe demoledor a la visión homocéntrica del Universo: no éramos el centro del Universo.

Desde ese momento, sucesivos descubrimientos han desvanecido nuestra centralidad en el cosmos. El Sol tampoco es el centro del Universo, sino sólo una estrella, pequeña e intrascendente, en nuestra galaxia. Nuestra galaxia, la vía láctea, tampoco es de las galaxias más grandes o imponentes, sino una entre billones de galaxias que hay en el cosmos. Pero, en esta galaxia sí hay un centro que nos ancla y nos atrapa. Todo lo que estás viendo en este momento, tu computadora, tu celular, las hojas del periódico, incluido tú, están girando en este momento alrededor de un hoyo negro en el centro de nuestra Galaxia llamado Sagitario A*.

Hasta hace poco jamás habíamos podido observar el centro de nuestra galaxia, principalmente, porque las demás estrellas tapaban, con su luz, la tenue radiación que emanaba del horizonte del hoyo negro. Pero la ciencia nos ha abierto otra puerta más a nuestra realidad. Recientemente el grupo de telescopios denominado “Event Horizon”, ha logrado tomar una maravillosa foto del centro de nuestra galaxia. Este asombroso proyecto ha unido a 300 científicos que operan un sistema global de telescopios que juntos usan a la misma Tierra como un gigantesco telescopio. Las imágenes que publicaron son de un amorfo círculo anaranjado con una negrura absoluta en su centro. Los colores amarillos, rojos y naranjas son los rayos de luz que agonizando intentan escapar el punto de no retorno hacia una prisión eterna. Pero esa oscuridad es nuestro centro. Es el punto focal alrededor del cual todo lo que somos, y seremos, gira eternamente.

No existe un centro absoluto del Universo que nos dé certezas de dónde estamos y hacia dónde vamos, por más que nuestra naturaleza humana así lo desee. Eso sí, existen anclas, como nuestro Sagitario A*, que evitan que naufraguemos en el infinito mar del cosmos.