No hay nada que comunique mejor que un balón de fútbol. Quedó absolutamente demostrado ayer, 25 de noviembre de 2022, con el vibrar nacional por el partido de la primera fase mundialista entre nuestro amado equipo tricolor y lo mejor de Países Bajos, selección europea más popular y exitosamente conocida como Holanda o la Naranja Mecánica del fútbol.

Ese balón, excelentemente tratado y bien administrado, como lo hicieron los catorce ecuatorianos que pisaron ayer la cancha en Qatar, es capaz de unir a los más acérrimos enemigos; a los más distantes estratos sociales; a blancos, negros, mestizos y mulatos; a niños y ancianos. Es capaz de lograr en su rodar todo aquello que tanta falta nos hace en la cotidianidad de un país pequeño, en vías de desarrollo, que en lo político y social parece que se dividiera en cuatro países, cuando cada una de las regiones que lo integran solo vela por sus intereses sin importar muchas veces que estos puedan lograrse en desmedro de los de otros connacionales. Y sin que haya acciones decididas para alejar plagas como la corrupción institucional o la narcoviolencia que tanto daño van dejando a su paso.

Un empate a un gol logrado con sobra de merecimientos, con buen trato de balón, técnica solvente y una clara estrategia diseñada por un amplio conocedor del rey de los deportes que de paso lleva el apellido Alfaro, como el del mejor ecuatoriano de todos los tiempos, según fue designado años atrás. Un empate que volvió a retumbar y sembrar de sonrisas en calles, plazas y avenidas; en coliseos y patios escolares, así como en muchos de los hogares que se reunieron frente al TV para disfrutar del desempeño de esa Selección que motiva nuestro orgullo. Resultado positivo frente a una potencia mundial, que hizo también resurgir el grito de Sí se puede, como muestra de que cuando nos lo proponemos, todo está al alcance.

... pase lo que pase, creo, ya los jugadores han logrado lo que ningún otro personaje, gremio o institución pueden: unir al país...

Pase lo que pase de aquí en más con la Selección en el Mundial de Qatar, que en un tercer partido frente a Senegal buscará clasificar a la siguiente fase, creo que los dos resultados iniciales, con tres goles válidos y dos anulados por un VAR perfeccionista que está quitándole color al balompié; pase lo que pase, creo, ya los jugadores han logrado lo que ningún otro personaje, gremio o institución pueden: unir al país, aunque sea momentáneamente.

Mundial 2022: ¡Enner Valencia, a la altura goleadora de Mario Kempes, Bebeto, Thierry Henry, Lothar Matthaeus y otras estrellas!

Y ese ambiente de júbilo y camaradería sembrado por los deportistas debería ser regado adecuadamente por quienes toman las decisiones, para que, basados en ese orgullo, se sientan alcanzables los objetivos que nos saquen del subdesarrollo y nos den mejores días. Y así finalmente cosechar lo que otros alcanzaron hace mucho: bienestar colectivo.

Que lo que está pasando en Qatar con este equipo sea un ejemplo para las nuevas generaciones y sobre todo para las que vengan en las próximas décadas, que deben desmarcarse de las taras que nos han hecho sentir menos en muchas ocasiones.

Que ese balón que tan bien comunica la emoción, la pasión, el esfuerzo y el triunfo que todos queremos, sirva también de objeto de inspiración al momento de enfocarse hacia el porvenir. Que nunca deje de rodar si en el camino deja tanto bien. (O)