En este tiempo de zozobra vital y política, en que el triunfo electoral de Correa/Arauz/Rabascall es tan viable como el de Lasso/Borrero, me ha sido necesario volver a leer al escritor y maestro de periodistas George Orwell, quien, en un artículo de 1948 dedicado a la relación entre la militancia política y la integridad literaria, escribe: “Cuando estás en un barco que se hunde, tus pensamientos serán sobre barcos que se hunden”. Es inevitable: a riesgo de repeticiones, no puedo dejar de mostrar mi desazón ante la amenaza, que se cierne sobre el Ecuador, de un nuevo momento autoritario y cuasi dictatorial.

Orwell dedicó buena parte de su vida a desenmascarar la estrategia de la mentira en la política, pues comprobó que los peores regímenes construían sus proclamas de tal manera que las mentiras suenen a verdad y los delitos parezcan asuntos menores. Todo esto sabiendo que las masas encandiladas no tienen interés ni por la racionalidad ni por la verdad. Una reinstalación de un poder correísta podría hacernos retroceder como sociedad a viejas/recientes épocas de irracionalidad, insensatez y venganza, y esto viene claramente anunciado en las propuestas que han realizado hasta ahora Correa/Arauz/Rabascall.

A Correa, Arauz y Rabascall les da lo mismo el contenido de los mensajes que envían. Pueden decir una cosa ahora y luego otra, y, cuando son cuestionados, resuelven sus falacias con sonrisas evasivas e información contradictoria. Este trinomio desdeña el sentido de las palabras y los conceptos; parece que solo está buscando reconquistar el gobierno para que se haga efectiva la venganza de un prófugo de la justicia. ¿Cuántas falsedades ha pronunciado Arauz en esta campaña de la primera vuelta? Y, alistándose para la segunda, ahora resulta que él se presenta como un conciliador que incluso halla méritos en su contrincante Lasso.

Viendo el comportamiento del correísmo en esta contienda electoral queda claro lo que Orwell, en 1945, dijo: “La política misma es un amasijo de mentiras, evasivas, estupideces, delirios, odio y esquizofrenia”. La degradación moral de diez años de correísmo duro, más cuatro años de correísmo estructural en el gobierno de Lenín Moreno, han conseguido el embobecimiento de los votantes que acogen las mentiras y celebran los disfraces de los políticos correístas, para quienes la verdad de ellos no tiene nada que ver con la verdad para todos. El correísmo ha hecho de la política un espacio en el que gana más quien miente más.

En las elecciones del 11 de abril todas las opciones son dables: Lasso y Borrero pueden ganar o perder; Correa, Arauz y Rabascall pueden ganar o perder. Lasso y Borrero harán un buen gobierno, uno mediocre o uno malo, pero no derruirán el país ni intentarán entronizarse décadas en el poder. Habrá democracia con ellos. En cambio, Correa, Arauz y Rabascall reharán un mandato abusivo y corrupto basado en la mentira y la venganza, destruirán el país y sus instituciones. “En política uno nunca puede hacer nada excepto juzgar cuál de los males es el menor”, dijo Orwell. El barco se está hundiendo, pero podría seguir a flote si votamos sin creer en las mentiras. (O)