Esquilo escribió Los persas poco después de la batalla de Salamina. En esa batalla, en la que el mismo Esquilo participó como soldado, los griegos repelieron la invasión del ejército persa que comandaba el temido Jerjes.

“Cualquiera que tiene experiencia de males sabe que, entre los mortales, cuando un oleaje de infortunio les sobreviene, todo suele asustarlos; cuando, en cambio, el destino fluye favorablemente, confían en que siempre ha de soplar el mismo viento de buena suerte”, dice la reina de los persas, ella misma aterrada ante el presentimiento de que sus compatriotas han sido vencidos por los griegos.

Sin muletas

Y el punto que hace la reina de las persas es válido para nosotros. Es lo más natural que la ola de violencia que vemos, la cantidad de muertes y la saña con la que la maldad se ríe de nosotros a diario nos obligue a vivir asustados, en la firme creencia de que el futuro es imposible. Porque no existe un momento en la historia de este país que haya sido más difícil que este y en el que el futuro haya estado tan en entredicho. Ni las guerras por la independencia, ni las revoluciones, ni las crisis económicas, ni las catástrofes naturales. El Ecuador se enfrenta ahora a un enemigo con grandes recursos, bien organizado y con la firme intención de destruirlo. Y cuando uno ve a este enemigo y su despliegue de poder, naturalmente se aterra y se convence de que todo está perdido.

El mayor riesgo

Pero Esquilo, a través de la derrota de los persas, nos habla también de la victoria de los griegos. En principio nos cuenta que los griegos ganaron la batalla porque fueron favorecidos por los dioses. Y eso quiere decir mucho. Porque no es que significa que un consejo de seres divinos debatía en el Olimpo a quién darle la victoria y que los griegos ganaron el debate de suerte. Sino que significa que los griegos entendieron dónde estaban sus lealtades, sus creencias y cuál era el valor de su unidad. No olvide el lector que tal cosa como “Grecia” no existía, sino que se trataba de un grupo de ciudades-Estado, todas enemistadas entre sí, pero que, ante un peligro externo que amenazaba con su existencia, como la invasión persa, se unían a pesar de sus diferencias.

Aprovechar para incitar a la desestabilización del Gobierno es simplemente criminal.

Y este es otro punto que es válido para nosotros. Porque uno puede no simpatizar con el Gobierno actual, pero creer que este problema comenzó hace dos años y que puede ser solucionado en dos semanas es no entender las dimensiones de lo que ocurre. Aprovechar para incitar a la desestabilización del Gobierno es simplemente criminal. Dedicarse a criticar al presidente es darle la espalda al país y al futuro.

La clave es el compromiso con un futuro mejor a pesar de la adversidad y la unidad a pesar de las diferencias.

Al Ecuador se le ha declarado la guerra. Una guerra larga y terrible. Hay países que, como Colombia y El Salvador, están ganando; hay otros que, como Venezuela u Honduras, perdieron todo.

Dice Esquilo que los soldados griegos avanzaban mientras su pueblo decía: “Libertad a vuestros hijos, a vuestras mujeres, los templos de los dioses de vuestra estirpe y las tumbas de vuestros abuelos. Ahora es el combate por todo eso”. (O)