Por si no lo notaron, acabamos de ser testigos de un giro importante en el mundo de la comunicación de masas. Trascendental. Épico. Este sí, sin ser un error, un giro de 360 grados.

Me refiero al aterrizaje ruidoso del magnate Elon Musk en Twitter, la red social con las menores cifras de seguidores, pero con los mayores niveles de influencia en los ámbitos políticos y económicos, cuyos cultores han tomado este prodigio de la tecnología como un ring en el que se libran todo tipo de combates, sin límites de armas y sin mediar a ratos respetos personales, intelectuales o a una trayectoria de vida.

Y digo que este sí es un giro de 360 grados, porque ha devuelto las cosas a su punto de partida: Musk, el hombre más rico del mundo en la actualidad, que ha sido capaz de brindar sus naves espaciales a la propia NASA, luego de haber puesto a discutir al mundo si estamos listos o no para vehículos sin conductores, como lo ha hecho él con Tesla, ahora se interesa por Twitter, el medio de comunicación on line de mayor impacto en la discusión espesa, la que sirve para la toma de decisiones buenas o malas, o la implantación de prejuicios.

A diferencia de Mark Zuckerberg y otros que se han vuelto millonarios con su creatividad tecnológica y solo entonces empezaron a expandirse, Musk retoma la senda de los magnates que se volvieron dueños de medios, para ‘gerenciar’ audiencias, y tener en sus manos ese nivel de influencia política y económica global que al parecer sentía escaso, a pesar de sus 80 millones de seguidores personales.

Los magnates originarios de las redes sociales tienen el mérito de haber creado tales monstruos tecnológicos con la capacidad de permear en la opinión pública y lograr la capacidad de establecer prioridades sociales. Mientras que para Musk ha sido cuestión de sacar la chequera (virtual) y adquirir uno de los juguetes más extraordinarios de promoción que se puede tener actualmente, algo de lo que él sabe, pues un solo tuit suyo como usuario ya movía las acciones de empresas y el valor de criptomonedas.

Y aunque se trata de un aparente pequeño porcentaje, menor al 10 %, es el grupo de acciones individuales más alto en el nuevo Twitter, con tendencia a captar más y que ya le ha dado un asiento en la mesa directiva. Muy similar al tiempo de los mecenas o a los hechos que antes hicieron crecer desde la política y sectores de la ciudadanía, quejas por el poder que alcanzaban los medios masivos en cada país, que aquí en Latinoamérica han sido satanizados como monopolios y como armas del propio sistema, con la tan repetida frase de que los medios solo “hacen lo que el dueño quiere”, injusta en muchos casos.

Ahora las redes sociales comienzan a dar muestras de un moderno transitar por ese camino, pero con dimensiones globales, confirmando que para hacer información útil se requiere tanto de inversiones como de buenas intenciones y que la manipulación o no de lo que el contenido produzca debe ser combatido principalmente en las mentes de los receptores, con educación y el desarrollo de razonamientos críticos que les permitan interactuar eficientemente y los distancien para siempre del redil ovino. (O)