El 9 de diciembre, Día Internacional contra la Corrupción, ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la importancia del Estado de derecho, el principio con el que todas las personas y organizaciones son responsables de las leyes que se conocen públicamente y se aplican por igual. Con demasiada frecuencia, sin embargo, los individuos corruptos se enriquecen y utilizan sus ganancias mal habidas para eludir la justicia a costa de otros.

Sin un Estado de derecho eficaz y transparente, una democracia y su pueblo no pueden prosperar. La corrupción tiene el mayor impacto corrosivo en la sociedad. Amenaza la seguridad ciudadana, sofoca el crecimiento económico y la prosperidad, erosiona la fe de la gente en sus instituciones y crea cinismo en la aplicación de la ley y en el sistema judicial. Los sistemas judiciales, incluido el del Ecuador, deben examinar de cerca sus prácticas y asegurarse de que no permiten la impunidad, sino más bien administran la misma justicia para todos. Como dijo una vez el entonces primer ministro del Reino Unido, William E. Gladstone, “la justicia retrasada es justicia denegada”. La aplicación del Estado de derecho debe ser justa, transparente y administrada de manera oportuna.

El presidente Biden convocará a un grupo diverso de líderes de países democráticos en la Cumbre por la Democracia el 9 y 10 de diciembre. Esta Cumbre se centrará en los desafíos y oportunidades que enfrentan las naciones democráticas de hoy, incluidos el autoritarismo y la corrupción, y la importancia del respeto de los derechos humanos.

Como señaló el secretario Blinken durante su visita en octubre a Quito, Estados Unidos está dando pasos concretos para contrarrestar la corrupción. Estamos tomando medidas enérgicas contra el financiamiento ilícito, congelando y confiscando activos robados y haciendo que sea más difícil, para quienes roban, esconderse detrás del anonimato. También estamos responsabilizando a individuos y grupos corruptos por medio de sanciones específicas contra la corrupción, acciones de ejecución penales y civiles, y negando visas a los corruptos y sus familias.

A su vez, otras democracias deben tomar sus propias acciones. Ningún país puede luchar solo contra la corrupción. Esta traspasa fronteras y envenena a la comunidad internacional en general. Durante los próximos dos días, la Cumbre por la Democracia proporcionará una plataforma para que los países asuman compromisos tangibles en apoyo a los principios democráticos abordando la corrupción, asegurando el Estado de derecho y garantizando el respeto de los derechos humanos para todos.

Unidos podemos garantizar una gobernanza democrática más transparente y responsable para nuestros ciudadanos. Trabajando juntos podemos y haremos un hemisferio más justo y equitativo. (O)

* Embajador de los Estados Unidos en el Ecuador