Tras las elecciones del 2021, Pachakutik (PK) se encontraba en el mejor momento de su historia: a su candidato presidencial, Yaku Pérez, le faltó poco para disputar una segunda vuelta, se convirtió en la segunda fuerza en la Asamblea Nacional y obtuvo la mejor votación desde su creación en 1996. La alegría no duró mucho. Perdieron la presidencia del Legislativo y varios asambleístas han estado en el ojo público por polémicas declaraciones o jugadas políticas sin consentimiento del partido.

PK vuelve a estar en el ojo público por la división por el juicio político al presidente Guillermo Lasso, un asambleísta acusado de violación, arrestado en flagrancia, y unas elecciones de su nuevo coordinador marcadas por la división, altercados y acusaciones de irregularidades en el proceso.

El fin de la inocencia

En esta crisis se han develado múltiples fraccionamientos. Uno de ellos es la división/tensión entre la Conaie y PK, pues el representante de la primera desea que los legisladores, líderes y adherentes se alineen con su discurso, práctica y decisiones. Pero está tensión no es nueva. Si uno revisa las investigaciones sobre PK, desde su creación en 1996 despertó sospechas en los mismos actores indígenas. A la vez, los estudiosos de movimientos sociales concluían y/o advertían de una probable ruptura entre ambas, pues la lógica de su función cambiaba radicalmente al inmiscuirse en el sistema institucional democrático, ya que hasta entonces se mantenían en sus márgenes. Con PK pasaban a ser parte del sistema. Sin duda esto exigía otras prácticas en cuanto a la negociación con otros sectores políticos y de la sociedad civil, limitar el discurso antisistema, una relación distinta con el Estado y sus instituciones.

El remezón que vive Pachakutik estaría atravesado por conducir las elecciones presidenciales del 2025

(...) la actual crisis refleja que es hora de construir liderazgos y espacios de participación por fuera de la hegemonía de PK y Conaie.

La fricción presente da cuenta de las pretensiones de Leonidas Iza, quien, so pretexto de un llamado a la defensa del proyecto político de la Conaie, desea que PK se someta a sus designios. Fiel a enseñanzas de las experiencias comunistas en el mundo, se pretende anular la diversidad política en el interior de sus filas. Pero más allá de este conflicto, ¿qué lecciones ha aprendido PK en sus 27 años?, ¿qué han aprendido sus líderes y actores más visibles?, ¿qué reflexiones existen sobre el tan manoseado “proyecto histórico de la Conaie”? Muy pocas apenas, y algunos empiezan a señalar que la realidad de los pueblos indígenas no es la misma de los 90. Y, en efecto, el proyecto político de 1994 se lo trabajó con base en la experiencia de los 80. Después de 30 años valdría preguntarse si no es necesario adaptarlo o cambiarlo radicalmente.

Consejo de Gobierno de la Conaie desmiente que haya división en el movimiento indígena

Marlon Santi, coordinador saliente de PK, señala que no cree ni “en el socialismo indoamericano ni en la izquierda fracasada”; Yaku Pérez en su campaña usó un discurso más de centroizquierda. ¿Será acaso la principal lección que para gobernar hay que llegar a consensos con varios sectores y que para tal objetivo los radicalismos no sirven? Habría que cuestionarse si PK sigue cumpliendo con la representación de pueblos indígenas. Quizás lo señalado por algunos de sus principales actores y la actual crisis reflejan que es hora de construir liderazgos y espacios de participación por fuera de la hegemonía de PK y Conaie. Sería más sano para sus líderes y representados. Introducir más competencia sería más democrático. (O)