Los periodistas hablan, leen y escriben en el idioma de sus audiencias. Aunque es una verdad tonta y evidente, la enuncio aquí para seguir con el razonamiento, porque para todo periodista es una obligación tener audiencia, y si no para qué trabajan... por eso son ellos los primeros en estudiar, aprender y practicar el lenguaje de sus públicos.

Y el lenguaje es lo más democrático que hay: lo hacemos los hablantes hablando, votando en cada sílaba que pronunciamos, por eso es inútil intentar poner reglas a una lengua viva y por eso también las academias de la lengua nunca imponen modos de decir a nadie. Es al revés: recogen lo que hacemos los hablantes para que todos nos entendamos a pesar del paso del tiempo y de la amplia geografía del castellano.

Cuando los periodistas argentinos estaban haciendo las maletas o preparando los estudios centrales en sus respectivos medios, apareció un manual de Recomendaciones para la cobertura del Mundial de Fútbol Qatar 2022, elaborado por el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) junto con la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual. Sorprenden esos nombres tan largos y advierto que en el mismo título de las recomendaciones, el INADI comete el error de escribir Catar en inglés: cualquiera que fue al colegio primario sabe que en castellano la Q va solo antes de UI o de UE.

Intentar regular un idioma es de un autoritarismo extremo, por eso no es una buena señal que se le pase por la cabeza...

Lo que pretende el INADI es que los periodistas hablemos como ellos quieren. Recomiendan no usar el adjetivo negro por ser negativo, así que no hay negros en los equipos africanos sino jugadores de piel oscura y los negros de las otras selecciones son afrodescendientes, aunque sean tamiles. Tampoco hay mercado negro sino circuito clandestino. No se debe decir indios a los originarios de las antiguas Indias, aunque todo el mundo sabe que los únicos originarios de América son los jaguares o las llamas. No se debe comparar a nadie con ningún animal, así que no se puede calificar a nadie de burro, mono, toro, tigre, águila, cuervo, gallina, león, hormiga, puma... Insiste también el INADI en que no se debe calificar a ninguna mujer como linda, ni se puede hacer referencia a nada femenino solo por ser femenino: en todo caso hay que tratarlas como si fueran varones.

Intentar regular un idioma es de un autoritarismo extremo, por eso no es una buena señal que se le pase por la cabeza a cualquier autoridad ponerle cortapisas a la lengua. En la Argentina sorprendentemente ya lo intentaron antes durante gobiernos recientes. En 2002 un alcalde prohibió en su municipio los carteles en idiomas que no fueran el castellano. Y en 1994 el secretario de Cultura de la Nación presentó un proyecto de Ley de Defensa del Idioma que pretendía castellanizar todas las expresiones que usamos en otras lenguas: Batman iba a ser el Hombre Murciélago y transmitir cualquier deporte se volvía un suplicio. No les fue bien a ninguno de los dos y es curioso como algo tan abstracto e indefenso como el idioma se impuso sobre la estupidez fascistoide de estos dos señores. (O)