La revista Foreign Affairs trae como título “El mundo no alineado, el Occidente, el resto y el desorden global”. Interesante perspectiva, que me hace recordar lo que ha pasado en las relaciones internacionales y sus efectos en las sociedades y las personas.

Terminadas las dos guerras mundiales, que costaron millones de vidas, se destruyeron naciones Estados y se configuró un mapa geopolítico a gusto de los vencedores. Vino una etapa de paz, que permitió cimentar nuevas relaciones globales.

En la historia de estos 75 años desde la creación de las Naciones Unidas, el Ecuador ha estado presente con un papel muy digno y sustentado en principios, como no aceptar el uso o amenaza del uso de la fuerza, la adquisición de territorios por la fuerza, el impero de la paz y la búsqueda de relaciones internacionales soberanas y dignas.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, las potencias vencedoras entraron en una competencia geopolítica nuclear y convencional, generaron alianzas militares, como el Pacto de Varsovia y el Tratado del Atlántico Norte, que, hasta el día de hoy, confrontan militar y económicamente. Cada esfera de influencia busca la lealtad bajo la premisa “o estás conmigo o estás en mi contra”.

En los años sesenta, se creó el Movimiento de Países No Alineados para traer una tercera vía, el multilateralismo, y evitar, justamente, estar incluidos en la política de bloques en la Guerra Fría. Yo he tenido el honor de ser presidente del Comité Político del Movimiento de los Países No Alineados en tres ocasiones, y en todas ellas hemos intentado avanzar en la búsqueda de soluciones y presentar alternativas para esos enfrentamientos entre las potencias.

Los países deben entender que en una confrontación entre potencias rivales pueden salir perjudicados terceros que nada o poco tienen que ver con el diferendo. Ambos lados usan narrativas beligerantes y buscan forzar a los demás a sumarse a sus posiciones. Cuando termina la crisis y regresan a imperar los intereses y el beneficio mutuo, todo el problema se supera y hasta se olvida. Recordar el adagio africano que dice que, cuando pelean dos elefantes, el único que sale perjudicado es la hierba.

Hoy estamos frente a un giro de confrontación entre las potencias del mundo, la invasión de un país miembro permanente del Consejo de Seguridad a otro Estado miembro de las Naciones Unidas, la segmentación del sistema internacional en alianzas militares y regionales que dividen al mundo y el imperio de las confrontaciones para resolver aquello que se podría hacer en una mesa de negociaciones.

En un mundo donde la globalización y mundialización están en crisis, donde predominan los intereses de los más poderosos y las decisiones de un grupo minoritario tiene una influencia desmedida en los demás componentes de las Naciones Unidas, es necesario promover una política de independencia inteligente, donde predominen nuestros intereses y no nos avasallen los de otros. Es fundamental un equilibrio en nuestras relaciones internacionales, que tengan como norte la defensa de los intereses del país y no de quienes nos imponen las suyas. (O)