El problema del narcotráfico ya lleva años golpeando el país, y es probable que tengamos que continuar junto a él por muchísimo tiempo. Es lo más seguro hasta que se dé una salida integral al problema, lo cual implica, entre otras cosas, un camino acordado que conduzca a que ese negocio transnacional deje de ser ilegal u otra alternativa que quiebre su poderío económico. Ante esta perspectiva, aún estamos a tiempo para pensar y plantear qué se cuenta y cómo se lo cuenta, sobre un negocio que no se resuelve únicamente entre vendedores y compradores, policía y delincuentes, sino que en medio tiene a gente atrapada (a la fuerza o por su voluntad) y a una sociedad que también trabaja en la legalidad, estudia, sueña y crece.

Lo ocurrido la semana anterior permite retomar este debate muy bien conocido en la prensa de Colombia y de México y por varios periodistas ecuatorianos que se han formado en este campo. En esos días se volvió a hablar de la guerra (algunos usan la palabra enfrentamientos) entre carteles del narcotráfico, a propósito de los dos cuerpos colgados en un puente de Durán. También se mencionó que con ello se enviaron duros mensajes entre los grupos delictivos, que esta práctica fue o es frecuente en México, y, de paso, se recordó a los ciudadanos, que en este enfrentamiento ellos, quienes están por fuera de la ley, quieren poner las reglas de la convivencia social, la más importante el miedo, no solo por las crudas imágenes, que muestran lo que son capaz de hacer, sino porque se genera la sensación de que están muy cerca y que casi no hay ningún lugar seguro donde estar tranquilo.

Este tipo de relatos es producto de la forma como se aborda el tema, que básicamente nace de la visión o versión oficial. Si para un gobierno el tema del narcotráfico es ante todo de seguridad, las respuestas que brinde serán principalmente desde ese ámbito. Los periodistas y sus relatos serán bajo esa perspectiva únicamente. Nuevamente, lo que pasó en Durán refleja esto: los medios de comunicación (incluidos los cibermedios) que cubrieron estos hechos, se centraron en quienes eran los asesinados, que la cámara del ECU911 no registró el momento en que los cuerpos eran colgados, que la justicia abrió indagación fiscal y que estamos ante un problema de delincuencia transnacional.

Sin embargo, el narcotráfico es un problema muy complejo que abarca desarrollo, educación, salud pública, trabajo... Detrás no hay solo mulas, sicarios, soplones, uno que otro cabecilla (que por cierto será rápidamente remplazado porque hay varios detrás de su puesto)... Hay también formas de vida, creencias, aspiraciones, sueños, hay una cultura.

Al poner luz sobre estos otros aspectos se amplifica el abordaje de este tema y se rompe ese binarismo de la guerra. En 2018, se lanzó en la región la iniciativa Drogas, política y violencia, un proyecto multiplataforma para entenderlas desde la ciencia, la economía, la música, la fotografía, la seguridad…, que cuenta con el apoyo de varias organizaciones, entre ellas la Open Society, que ayuda a mirar y contar esta problemática desde otras perspectivas. (O)