En su tercer intento de lograr la presidencia de la república, Guillermo Lasso Mendoza, con un cómodo margen, recibió el histórico día domingo 11 de abril del 2021 el apoyo del pueblo ecuatoriano para dirigir los destinos del Ecuador desde mayo del 2021 hasta mayo del año 2025.

Tal cual lo expresé, luego de la elección de hace cuatro años, en un artículo en este Diario, a Guillermo Lasso debemos agradecerle el haber arriesgado su paz familiar y económica, para enfrentar a la maquinaria proterva de la FaRC, Familia Revolución Ciudadana, con toda su capacidad de persecución y venganza, usada en tantas ocasiones en el pasado.

Esta no era una simple elección entre dos personas. Era una elección entre dos modos de vida, entre dos concepciones del Estado, entre dos formas de entender el uso del poder, entro dos conceptos de la ética y la política.

El pueblo ecuatoriano, con gran madurez, no ha caído en el engaño, y ha decidido ser libre, poder expresar sus opiniones sin miedo a la persecución, saber que en la Presidencia de la República no se redactarán sentencias contra los enemigos del Gobierno que serán luego emitidas por los jueces como si fuesen de ellos, que no habrá utilización de las otras funciones del Estado para construir un proyecto dictatorial y tiránico como el cubano o el venezolano. Ha dicho que el populismo y la mentira no son la solución.

El pueblo ecuatoriano ha pedido paz, unidad, un encuentro como lo ha propuesto Guillermo Lasso, para poder iniciar la construcción de una sociedad moderna, con esperanza de derrotar la pobreza y lograr mayor equidad.

Pero también ha pedido lo que Guillermo Lasso sí podía ofrecer: una administración honesta, no una en la cual el Estado se convierta en una estructura para delinquir, para que de ella se beneficien quienes son parte de un proyecto político, y no se beneficien las grandes mayorías.

La infame campaña negativa de la FaRC, Familia Revolución ciudadana, que se quería convertir en ELN, “Es la noche”, porque nos hubieran llevado a las tinieblas, no dio el resultado que ellos esperaban, porque se puede engañar a una persona todo el tiempo, o a todos los ciudadanos poco tiempo, pero no se puede engañar a toda la sociedad todo el tiempo.

La tarea de Guillermo Lasso hacia adelante es gigantesca. Los problemas del Ecuador son mucho más graves que hace cuatro años, y requieren de la unidad de todos los ecuatorianos, y del entendimiento que el presidente no es elegido con una varita mágica para solucionarlo todo.

Ese encuentro que propone Guillermo Lasso es vital, para lograr los concesos necesarios y poder resolver esos gigantescos problemas.

La otra candidatura era precisamente aquella que llevaba a la exclusión, a la división entre los ecuatorianos, todo aquello que el Ecuador no necesita.

El presidente Moreno ha logrado sostener la democracia, hacer un viraje profundo de un país alineado con los narcoestados, con el ALBA, con el castro-chavismo, hacia un país que cree en la democracia y respeta las libertades. Y este triunfo de Guillermo Lasso es la mejor herencia, el mejor legado que puede dejar para el futuro, pues abre esperanzas y cierra las puertas que el extremismo e ideología de odio de la otra opción significaban.

El triunfo de Guillermo Lasso tiene muchos méritos por su lucha y tenacidad, por su capacidad de dar un viraje en la segunda vuelta. Pero también tuvo dos grandes apoyos: Rafael Correa y Jaime Vargas. El gran apoyo de ellos a Arauz, sumó el gran rechazo que el país siente para esos dos funestos personajes, y el Ecuador debe agradecerles por ese apoyo a Arauz. Permitió que viéramos realmente qué había atrás de esa candidatura.

Esperemos que los ecuatorianos nos unamos en torno a un proyecto nacional. Al elegir a Guillermo Lasso hemos ya rechazado un proyecto político inaceptable. Pero estamos lejos de haber logrado la fijación de metas comunes, y de grandes objetivos nacionales. Es la principal tarea que tiene el nuevo presidente, pues el presidente, más que un administrador el Estado es fundamentalmente un conductor espiritual de la nación, es quien fija un rumbo. Esa es la gran tarea, en el país del encuentro, lograr que los ecuatorianos nos unamos en aquellos grandes temas que se deben resolver y, por sobre todas las cosas, en aquellas políticas que se deben mantener por varias décadas, para lograr la ansiada meta del desarrollo. (O)