Hoy se cumplen 100 años desde que ocurrió la matanza del 15 de noviembre de 1922. Aquel día, decenas de trabajadores fueron asesinados en medio de un confuso incidente, que desató los disparos del Ejército en contra de quienes reclamaban mejores condiciones de trabajo e incremento de sus sueldos.

Hace un siglo, la prensa del país, con los diarios centenarios como EL UNIVERSO, El Comercio y El Telégrafo, contaban esta historia y también tomaban una posición frente a este hecho y lo que ocurría desde octubre de aquel año, cuando comenzaron las protestas de los trabajadores del ferrocarril. Algunos diarios que tiempo atrás dejaron de circular, como El Tiempo, El Guante o La Voz de la Verdad, se unieron también a esa tarea de dejar un registro de lo sucedido.

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El resultado, si se mira el trabajo de la prensa en su contexto, desde octubre hasta finales de noviembre de 1922, es una aproximación a los hechos, con distintas voces, versiones y perspectivas. Así, las narraciones de los periódicos que tenían sede en Guayaquil son riquísimas en detalles, especialmente a partir del 16 de noviembre. EL UNIVERSO, por ejemplo, publicó las tres versiones alrededor de los hechos. La primera se refería a un equívoco cuando desde la muchedumbre se gritaba que se dirigirían hacia uno de los locales que ocupaba la Policía para asaltarlo, lo que provocó los disparos. La segunda fue que se trató de detener a varios integrantes del Comité Gremial de Transporte de Frutas y de la Asamblea de Trabajadores de Luz y Fuerza Eléctrica y Carros Urbanos, lo que provocó la pugna. Y, la tercera, fue que el gremio de panaderos mantuvo una reunión y decidieron paralizar y cuando iban a comunicar la decisión, alguien avisó a la Policía, que llegó a la panadería de Jorge Chambers Jiménez y se produjo el fatal desenlace.

El Comercio, que hacía constar en sus ediciones que recibía la información por telégrafo, afirmó que hubo un enfrentamiento entre huelguistas y policías y que hubo heridos en la fuerza pública. La protesta siguió e intervino el Ejército cuando se produjeron los saqueos en varias casas de comercio (Solá, Cassinelli, Moller, González-Rubio, Miranda, Rivas, González Hermanos y Enrich), algunas de las cuales vendían armas, y –de acuerdo con esa versión– presumiblemente estas fueron utilizadas para hacer frente a la Policía y al Ejército.

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El Telégrafo mostró, en primera página, una fotografía de la magnitud de la concentración, en momentos en que los abogados de los sindicalistas se dirigían a los trabajadores para informarles sobre las conversaciones que mantuvieron con los representantes de las empresas y el gobernador.

Diarios como El Tiempo, El Guante o La Voz de la Verdad presentaron información sobre los heridos y los hospitales donde habían sido ingresados, y el retorno al trabajo de algunos sectores. Y también la voz de otros testigos, como Rodrigo Méndez, quien habló de turbas que se desprendieron de la manifestación que por buen tiempo estuvo serena, y que incitaron el caos.

Estos relatos simplemente son una muestra de que la prensa es un testigo de la historia. (O)