Holofrase que repiten, sin pensar, muchas personas en nuestro país, y que es el efecto de dos fenómenos a la vez. Por un lado, de la eficacia de la propaganda opositora que utiliza el (sub)desarrollo de nuestro debate político para golpear al Gobierno; y por el otro, de la incompetencia gubernamental en su política de información y comunicación. Una holofrase es la fusión de dos o más palabras en una sola, suprimiendo o no letras o sílabas, que produce un sentido o ninguno. Es un momento normal en el desarrollo del lenguaje en los niños después del primer año de vida, que implica una demanda o llamado; por ejemplo: “mamaíta” por “mamá Clarita”. También puede ser un vocablo del habla popular con sentido; por ejemplo: “echarpa’lante”. O puede ser un síntoma del lenguaje en las psicosis esquizofrénicas que no tiene sentido para quien escucha. Finalmente, puede ser una expresión que condensa una posición irrebatible de rechazo o de adoración incondicional, refractaria al análisis y a cualquier posibilidad de discusión.

En el caso de la propaganda opositora, esta holofrase ha calado en sectores de la población que se sienten oprimidos...

En el caso de la propaganda opositora, esta holofrase ha calado en amplios sectores de la población que se sienten oprimidos por los ricos, y donde la condición de “banquero” es un estigma repudiado que simboliza la acumulación a expensas de la explotación de los pobres. La actividad anterior del presidente Lasso lo convierte en el paradigma de esa clase opresora y en el blanco de la colusión oportunista entre los escuderos del “Gobiernodemanoslimpias” y los líderes del “Derechoalaresistencia”. Una alianza que arrastra a mucha gente que cree que de “Elbanquerolasso” solo se pueden esperar “banquerolazos”: medidas económicas en contra de los pobres y a favor de los ricos, sin ninguna compensación. Una novela maniquea que no admite réplica ni explicación, donde la riqueza equivale a la maldad perversa y la pobreza es sinónimo de la bondad extrema que tiene carta blanca para la violencia en el nombre de la justicia social. Uno de los fundamentos de la precuela de guerra civil que hemos vivido recién durante 18 días.

En el caso del fracaso gubernamental en la información y comunicación, tan malo es el “antitarimazo” como su opuesto. Durante la crisis reciente, en medio de la angustia e incertidumbre de la población, cuando los ciudadanos esperaban un mensaje inspirador y reconfortante de su presidente a lo “sangre, sudor y lágrimas” de Churchill, lo único que obtuvimos fueron unas pocas “pildoritas informativas presidenciales” de dos a cinco minutos de duración, con un Guillermo Lasso escueto y aparentemente firme que se limitaba a comunicar alguna decisión. Por un lado, nos alegra que el presidente no sea un showman como algunos antecesores. Pero nos preocupa su desestimación del sostenimiento de una imagen y su ignorancia de que el orden imaginario es tan importante como el simbólico y el real en la estructura subjetiva y en el lazo social.

“¿Quélepasalasso?”, se preguntan y se preocupan sus votantes. Si quiere durar tres años más, tendrá que salir de su pequeño círculo, aprender a comunicarse con todos los ciudadanos y a explicar sus decisiones de manera convincente. (O)