Lo tiene claro Correa: o Arauz llega a la Presidencia el 11 de abril, o el “correato” queda fuera de la expectativa de controlar el poder, después de catorce años (en enero del 2007 lo asumió).

Con Moreno, ¿correato? En varios órdenes, quienes fueron los agentes y ejecutores del autoritarismo de Correa siguen dominando los espacios, hacen lo que les da la gana. Lo más reciente: la ley orgánica para sostener la “dolarización” y la autonomía del Banco Central del Ecuador (BCE). Se envió el proyecto a la Asamblea, pero solo en enunciados, omitiendo organizarlo por artículos, y la Asamblea lo devolvió. Los tiempos ya no darían para su corrección, aprobación, trámite de vetos, expedición y vigencia bajo la Presidencia de Moreno. ¿Intención de que no se garantice la dolarización y la autonomía del Banco Central del Ecuador?

Yo creo que el proyecto era corregible, no para el tacho de basura, donde iría a acabar.

El proyecto había sido cuestionado por Correa y Arauz. Según ellos, los recursos del BCE deben servir al Gobierno. De ahí se tomarían 1.000 dólares para un millón de familias —mil millones de dólares—, también su liquidez debe servir para la caja fiscal. De haber iliquidez en el BCE, se emitiría dinero electrónico, denominado en dólares, solo para circulación obligatoria dentro del país, una especie de billetes del juego Monopolio, que no sirven para otros pagos.

Sin Arauz, Correa seguiría como prófugo condenado por delito imprescriptible. En la Corte Constitucional, el 8 de febrero del 2021, se inadmitió la acción extraordinaria de protección, con la que él, Glas, Alexis Mera y otros quisieron invalidar la condena por el caso Sobornos —o Arroz Verde—, último espacio en el Ecuador para lograrlo. Él no puede esperar amnistía por la Asamblea Nacional, porque está condenado por cohecho, que, por norma constitucional, no es susceptible de amnistía. Podría esperar indulto, perdón o rebaja de la pena del presidente de la República, si este se lo quisiera conceder; pienso que imposible de no ser su candidato Arauz.

Correa iría a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para que se ejerza sobre estas presión internacional. En el caso de Amado Boudou —exvicepresidente de la señora Kirchner, condenado por corrupción en Argentina—, Correa, Lula, Evo Morales, Samper y otros actores regionales están usando la adhesión de más de cuatro mil militantes de los países de la región para presionar a los que integran las dos instancias del sistema interamericano, mediante entornos de asfixia sobre los que deberían actuar en forma imparcial. Algo parecido perseguiría Correa para su caso, además, para posesionarse como el líder del socialismo del siglo XXI en la región.

Correa también ha pensado patear el tablero jurídico-político, para que por la vía política se presione otra solución. El anuncio del lunes 1 de febrero del 2021 de que su candidato Andrés Arauz, en primera vuelta, llegaría a más del 40%, haciendo innecesaria la segunda vuelta, y que, en esa circunstancia, el país debía movilizarse el 8 de febrero, para forzar la expulsión inmediata de Moreno, estuvo en esa línea. (O)