Si bien hay un disparo en los casos de COVID, es importante señalar por qué esta ola será diferente.

La mitad de la población mundial está totalmente vacunada y las vacunas funcionan, particularmente para reducir la hospitalización y muerte por una infección de COVID-19. 58,8 % de la población mundial está parcialmente vacunada. Esto se dio en poco más de un año.

Ahora tenemos tratamientos. En diciembre la Administración de Alimentos y Medicinas de EE. UU. (FDA) aprobó dos antivirales –Paxlovid de Pfizer y Molnupiravir de Merck y Ridgeback Biotherapeutics–. Estudios indican que la primera tiene una eficacia del 89 % para reducir la hospitalización y muerte, mientras que la segunda una eficacia del 30 %. Si bien estas pastillas no están disponibles para el consumo en el mercado local y son de acceso restringido incluso en EE. UU., es de esperar que su aprobación en mercados importantes de países desarrollados estimule una mayor producción de estos y la eventual distribución en el resto del mundo.

Ómicron no es lo mismo que delta. La tasa de letalidad –la cantidad de muertes en relación con los casos detectados– promedio para los últimos 28 días en Sudáfrica, donde se cree que se originó esta variante, se desplomó en las últimas seis semanas desde 8 % hasta llegar a 0,2 %, ligeramente superior a aquella de la influenza. Considerando todos los casos que pasan desapercibidos por falta de pruebas en un país como Sudáfrica, es de esperar que la tasa de letalidad real sea todavía inferior. Varios estudios indican que esta variante tiene síntomas mucho más leves. El Imperial College of London y otro estudio de Escocia concluyen que una infección de esta variante tiene un riesgo 45 a 80 % inferior de hospitalización. En Sudáfrica durante el periodo de ómicron, 1 % de los infectados requirió hospitalización versus 4,3 % en el periodo anterior y la duración de la hospitalización se redujo a la mitad.

Ómicron, siendo más infecciosa, está desplazando a otras variantes más virulentas, incluyendo la delta y tiene síntomas más leves. Esta expansión de inmunidad natural por la vía de una gran ola de infecciones podría ser particularmente importante en aquellos países que todavía tienen niveles bajos de vacunación. Conforme ómicron recorre confiriendo inmunidad, esta limita la circulación del virus y la posibilidad de que surjan nuevas variantes.

Las autoridades lentamente se están dando cuenta de que hay otras consideraciones para el bienestar de la sociedad más allá del COVID. El Dr. Fauci de EE. UU. y el mismo presidente Biden están manifestando que hay que empezar a aceptar al COVID-19 como parte de la vida. Las restricciones se han relajado a pesar de la ola, explicando el Dr. Fauci que “si usted está asintomático y está infectado, queremos que la gente vuelva a sus trabajos, particularmente aquellos con trabajos esenciales que mantienen a nuestra sociedad funcionando de manera fluida”.

Estas serán, sin duda, unas semanas duras de mucha incertidumbre e inestabilidad, pero ahora tenemos razones para ser optimistas.

La periodista científica Gina Kolata dice que las pandemias tienen dos finales: el médico, cuando se desploman las muertes, y el social, cuando se acaba la epidemia del miedo. Parece que el segundo vendrá después. (O)