Recordábamos con amigos tanto terrible despilfarro desde 2007 (salvo para quienes cobraron jugosas comisiones, disfrutándolas desde oscuras guaridas). Empecemos con Coca Codo Sinclair. Técnicos habían alertado sobre lo riesgoso del sitio y condiciones hidrológicas que impedirían alcanzar el potencial eléctrico anunciado, pero diversos intereses prevalecieron, personales pero también políticos: “Construimos la obra más grande de la historia, y resolvemos las necesidades energéticas por décadas”. Finalmente, la historia se venga de ambiciones insensatas. Cerca de 3.000 millones, para producir menos de 1.000 MW, horriblemente caro y con la grave amenaza de perderlo todo. ¿A quién reclamar y trasladar responsabilidades? Ojalá a “álguienes”.

La Refinería de El Aromo, cerca de 1.500 millones, para aplanar un terreno cuyo destino aún desconocemos. Los 2.500 millones de la Refinería de Esmeraldas, que no han cumplido su objetivo de mejorar y potenciar la calidad de los productos generados, básicamente nada. Y agreguemos absurdos como la Ruta a Collas, 200 millones para 12 kilómetros de poco uso, o el aeropuerto de Santa Rosa: más de 100 millones y apenas un vuelo en la mañana y otro en la tarde. Solo así sumamos cerca de 8.000 millones botados al traste, 500 dólares a nombre de cada ecuatoriano; y con un mínimo esfuerzo encontraremos al menos el doble. ¡Todo lo que hubiese sido posible sin ese despilfarro, ejemplo: enfrentar mejor la pandemia! Prohibido olvidar.

Pero miremos hacia el futuro. Hay inversiones prioritarias que deben ser hechas con transparencia y visión adecuada. Arrancamos con la pandemia y la necesidad de vacunación (no se puede escatimar un centavo con amplio apoyo privado) y sustento a los más vulnerables. Luego, alrededor de la educación, la prioridad es dimensionar adecuadamente la infraestructura: ¿dónde son mejores las grandes unidades del milenio, y dónde los establecimientos más pequeños? Y de manera aún más prioritaria, que todo niño tenga acceso a comunicación y equipamiento virtual en su hogar y en su centro educativo. En salud, el abastecimiento adecuado de los centros, y el tema integral de cuidado desde el embarazo hasta quizás los 6/9 años de edad (agua potable, nutrición, vacunas, etcétera), lo cual también se vincula con el estímulo educativo en las primeras fases esenciales de la vida.

En carreteras, ciertamente la autovía Quito-Guayaquil. No es posible que en 2021 aún se recorra esa ruta esencial de comunicación nacional, en muchos tramos con una sola vía de ida y una de vuelta. Hace más de 15 años la Universidad San Francisco había ya trabajado en el diseño y financiamiento con participación privada, ese es el enfoque correcto. Luego viene en lista de prioridades el correcto mantenimiento de las vías, y acelerar la conexión Guayaquil-Manta y Guayaquil-Machala. ¿El país necesita refinar sus productos petroleros y en futuro mineros? Sin duda, eso significa más valor agregado (aunque en petróleo, el adicional no es tan importante como se cree), el reto: que lo haga la empresa privada. Igual que son necesarios todos los eventuales procesos para que el 5G sea una realidad rápida y eficiente, y empujar el uso de electricidad menos contaminante. ¿Hay más? Queda en sus manos, estimado lector. (O)