Se ha visto con complacencia la feliz decisión de conformar un sólido muro público-privado para frenar la movilización de substancias psicotrópicas, aprovechando a los contenedores como medio de transporte de productos agroexportables, que llevan a múltiples puertos del mundo los principales bienes agrícolas como banano y plátano, sin desmerecer otros, como cacao, piña, maderas, café, en cuya lista se incorporan también el atún y otros no agrarios de distintos orígenes.

Para el caso de las musáceas comestibles, plátano y banano, se hicieron a la mar en el último año alrededor de 7.000 contenedores semanales (380 millones de cajas), que partieron de puertos ecuatorianos, con mayor peso estadístico, los de Guayaquil y Puerto Bolívar. Cifras oficiales determinan que los volúmenes de incautación de drogas aumentan cada año (140 toneladas en el 2020), conforme lo señalaron altos oficiales de la Policía, responsables de su supervisión e incautación. Antes, Ecuador era considerado una estación de tránsito en el suculento pero cruel negocio.

Sin embargo, un estudio de Rivera-Rhon, R., & Bravo-Grijalva, C. (2020) llega a la conclusión que Ecuador ha tenido un ascenso en la cadena de valor del narcotráfico internacional, al ocupar un privilegiado pero vergonzoso sitial, dejando su anterior posición de solo paso en el macabro submundo de la droga, agravado por el hallazgo de cultivos de coca, ya destruidos, en las provincias de Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos, y la innegable existencia de vías de abastecimiento continuo desde Colombia, con disputas de territorios del crimen organizado, visible en las principales ciudades y el campo, dejando huellas mortíferas con la práctica del microtráfico y su aliado, el sicariato, con bajas de jóvenes desesperados y faltos de alternativas de desarrollo personal.

En medio de ese escenario desolador, surge la iniciativa de los principales gremios de exportadores, unificados en el denominado Clúster Bananero, que invita a integrarse al sector naviero, de impulsar con la Dirección de Antinarcóticos de la Policía una poderosa barrera que impida que una noble actividad se vea peligrosamente empañada por la perversa utilización de su vehículo principal de venta en encubiertas remesas de preparados dañinos, a diferentes lugares del orbe, donde la fruta tiene una gran aceptación, en riesgo de deteriorarse hasta llevar a la pérdida de mercados, por delictivas conductas ajenas al límpido quehacer que el país lidera.

Los narcos franquean su perniciosa mercancía, en lo que llaman ganchos ciegos, frase literalmente distante de la definición dada por la oficina especializada de la ONU, como una “metodología de ocultamiento que utiliza contenedores para el tráfico ilegal de droga, modalidad que se lleva a cabo en el país de origen o en el puerto de transbordo antes de la llegada del contenedor al país de destino…”, existiendo para el efecto una serie de formas siempre perfectibles para cometer el dolo. Valga la oportunidad para dejar en claro que no hay evidencias de complicidad de los actores de la actividad productora y exportadora, de muchos logros y aportes a la economía nacional. (O)