Para toda persona, a fin de atender sus necesidades, le es esencial que haya flujos de liquidez.

A los de mínimos ingresos, su liquidez de sobrevivencia estará en su bolsillo y, a veces, en cuentas con saldos mínimos en cooperativas o de ahorros. Para los de mejores ingresos está la bancarización, cuentas y tarjetas que usualmente permiten evidenciar los flujos.

De haber emisión monetaria, desde el Estado, o por acelerada rotación monetaria en las cuentas bancarias –el sucre de antes de enero del año 2000, o las monedas nacionales de Argentina, Brasil o Venezuela, por citar ejemplos– la rotación puede llevar a excesos de moneda nacional, con gravísima desvalorización de esta, con inflación descontrolada. Estuve en Bolivia el año 1984, se pagaba con fajos de billetes, difícil de contarlos.

En economías infectadas por narcotráfico, o por otras formas de lavado, su liquidez potencia los ilícitos y la violencia.

El candidato Andrés Arauz propuso dinero electrónico de emisión pública, que podría haber llegado a ser similar a los fajos de billetes, pero bajo manejo electrónico, sin el soporte de dinero real, para el pago en semanas de las obligaciones del Gobierno, en el interior, solo tomando dinero real para pagos a acreedores externos.

Tratándose de gobiernos, los pagos de sus obligaciones requieren de liquidez lícita, que debe obtenerse de cobros que se realicen –por contratos petroleros o de minería o por otras disposiciones de activos o de servicios– o por recaudación tributaria, o por tasas de servicios, o por créditos de fuente interna, bajo diversas formas, bonos o certificados de tesorería, cetes, para hacer algunas puntualizaciones, o de fuentes del exterior, créditos de gobiernos, multilaterales, o de banca del exterior, o colocación de títulos-valores, lo que fue frecuente en años recientes, entre otras modalidades.

Desde el correato se abusó en varias formas. Prevendieron petróleo, con lo cual cobraron por anticipado futuras entregas de petróleo, para dilapidar liquidez y derrochar recursos en elefantes blancos o en costosas travesuras para su protagonismo internacional.

Se asaltó a las entidades que debían manejar fondos previsionales, llenándolas de papeles de emisión pública que no les proveen de liquidez inmediata, de necesitarla, lo cual es gravísimo problema actual.

Y le cayeron a los bancos nacionales, para satanizarlos, no viabilizando que den crédito a quienes lo requerían –y ahora sería más esencial ese crédito para los afectados por la pandemia– sino forzando inversión en títulos valores para la tesorería pública, o sea, para el gasto del Gobierno. ¿Se va a repetir aquello?

Sé que el Gobierno tiene presiones, no solo por los gastos públicos que debe atender, sino además por incumplimientos arrastrados por transferencias no hechas del IVA a gobiernos locales y de recursos a otras entidades, así como por fallos internacionales en contra del Ecuador, porque antes que el estudio sereno con evaluación de riesgos, ante posibles juicios arbitrales, el correato privilegió la ‘pataleta’, pero todo esto debe llevar a programaciones creíbles y consensuadas en lo posible. (O)