Es una ciudad muy mal planificada. El tráfico de tierras ha sentenciado su desorden para siempre. Su falta de parques es dolorosa. Quienes administran el tránsito en las calles no pueden ni siquiera lograr que los buses paren en paradas oficiales. Quienes manejan en esta ciudad pecan de una desconsideración al prójimo sin límites. Es una escuela de políticos populistas. Es la ciudad más violenta del país. Pero, eso sí, en ella se come rico.

No tengo duda que en pocos años Guayaquil será un referente gastronómico de la región. Esta ciudad es hogar de una diversidad cultural que tiene influencia sobre la oferta gastronómica que recibimos. Por ser el puerto principal del país además de nativos aquí convivimos con manabas, esmeraldeños, cuencanos, chinos, libaneses, españoles, italianos, entre otros. Cada uno con sus aportes han contribuido a la sazón de una ciudad que adora comer.

El aclamado chef español Ferran Adrià desayunó bolón y cebiche en el mercado Sauces 9

Hay sitios para comer en todas partes y para todos los presupuestos. Estamos siendo testigos de cómo nuestra comida típica se está profesionalizando. Los apasionados por la cocina se están atreviendo cada vez más a emprender en negocios de comida.

El verde siempre estuvo en nuestras mesas, pero ahora lo encontramos en restaurantes que han mejorado su presentación, sus combinaciones y sus sabores.

Los apasionados por la cocina se están atreviendo cada vez más a emprender en negocios de comida.

Nuestra cultura de comer cangrejo es digna de documentales. La veda debe ser la única ley que el guayaco respeta por amor. Hay restaurantes que han levantado la oferta de cangrejo aventurándose con nuevas recetas. En los años recientes hemos visto aparecer varias cevicherías que compiten por innovar.

Si hay un ingrediente que nos distancia en sabor de la comida de nuestros países vecinos, es el maní. Aquí se lo ponemos a las sopas, a la papa, al verde, al ceviche. No tenemos reparo alguno en su uso.

Esa sopa de albacora que es el encebollado tiene decretado su camino a la alta cocina. En pocos años veremos cómo un plato que hace años era exclusivo de las zonas populares de nuestra ciudad se ofrecerá en lugares con infraestructura gastronómica de primer mundo.

De repente hemos visto una explosión de lugares que respetan los buenos cortes de carne. Va a haber una competencia de oferta de calidad entre ellos que nos pone a soñar a quienes amamos la carne.

Hay que agradecerles el esfuerzo a todas las marcas que están haciendo de Guayaquil una ciudad de buen espresso. Entre ellos hay una férrea competencia que solo les permite crecer o desaparecer. Es tanto así que las mejorías se notan de una semana a otra. El guayaco también tiene una debilidad por los postres. En esta ciudad he probado el mejor helado de manjar, el mejor postre de tres leches, la mejor torta de chocolate; nuestra buena mano para el dulce es marca registrada. Nos estamos haciendo buenos hasta para hacer hamburguesas.

Una buena noticia también es que se ven nuevas construcciones de plazas comerciales con buena infraestructura para la gastronomía. Los restaurantes de la calle Panamá liberaron una vena gastronómica que irá conquistando cuadra por cuadra el centro de nuestra ciudad.

Hay cosas malas en Guayaquil, pero la comida no es una de ellas. (O)