Sabemos que los pueblos andinos ancestrales desarrollaron complejos sistemas de comunicación ligados a la práctica de la agricultura, la guerra y las relaciones entre comunidades y señoríos. Por ejemplo, los comerciantes o mindalaes llevaban noticias de un puesto a otro. También se ha establecido que, en el Tahuantinsuyo, los chasquis eran los encargados de llevar los mensajes y las noticias a lo largo y ancho del imperio, y que, a veces, utilizaban los quipus, esos nudos de colores que guardaban información variada, y que aún son motivo de investigación por parte de matemáticos, historiadores y antropólogos.

La comunicación en tiempos de los conquistadores está definida por la lengua española y el alfabeto latino. Los curas que vinieron necesitaron predicar, educar y promocionar la cultura cristiana, de modo que emplearon varias modalidades para conseguir ese adoctrinamiento, para lo que usaron el arte pictórico y las artesanías y, especialmente, el púlpito, en el que, de viva voz, se daban mensajes y órdenes para regular la vida cotidiana. En el espacio público del mercado se leían los bandos con los que las autoridades transmitían disposiciones. En la sociedad colonial también comunicaban los escritos anónimos en las paredes.

En el tiempo de formación de una conciencia criolla americana, que es la base de una futura identidad comunitaria nacional, llega a nuestros lares la prensa: Primicias de la Cultura de Quito, publicado en 1792 por Eugenio Espejo, es nuestro primer periódico. La independencia de Guayaquil también creó, además del hecho político, una oportunidad para poner en práctica otros modos de organización social y nuevas ideas; en 1821 circuló El Patriota de Guayaquil. En el proceso de fundación del Estado ecuatoriano, en 1830, los periódicos oficiales y privados jugaron un rol muy activo en la política y la promoción electoral.

La economía boyante del período cacaotero trajo modificaciones en la era del linotipo, la rotativa y el papel periódico, pues la publicidad comercial se insertó en las páginas de los diarios. El telégrafo se convirtió en una fuente de información. La práctica de la comunicación se profesionalizó con directores, editores y reporteros. Se multiplicaron los diarios locales en provincias y se consolidaron algunos diarios de circulación nacional. El periodismo se fue haciendo una profesión: en 1940 se fundó la Unión Nacional de Periodistas y en 1945 se crearon escuelas de periodismo en las universidades Central y de Guayaquil.

Esta interesante información, dirigida a especialistas y público en general, se halla en la Historia social de la comunicación en el Ecuador. Volumen I. 10.000 a. C.-1895 (Quito, Universidad Andina Simón Bolívar & Corporación Editora Nacional, 2021), que trae artículos de José Echeverría-Almeida, Segundo Moreno Yánez, Adriana Pacheco, Carlos Paladines, Franklin Cepeda Astudillo, Enrique Ayala y Ana Buriano. En la introducción general, Simón Espinosa afirma que “el protagonista central de esta obra es la sociedad ecuatoriana y su dimensión comunicacional”. Todo un gran aporte para nuestro medio tan necesitado de ideas frescas y renovadoras. (O)