Cruel sería el título de “Ecuador de los cuentos”, por su gravedad. Habría riesgo de que se llegue a estos, por supuestas exigencias de acuerdos de transitoriedad y/o permisividad.

¿Cuál es el Ecuador real existente?; y, ¿cuál el posible?, porque hay varios escenarios: el que el gobierno saliente quiere presentar; y, el de las campañas electorales que generaron ofertas en las que el cuándo y el cómo siempre serán interrogantes, porque en el ejercicio del poder deben hacerse verificaciones.

En el Ecuador real, peor después de la incidencia del rebrote de COVID-19 que se está sufriendo con intensa gravedad, los interrogantes se multiplican, no solo para lo plural, el Ecuador, o para sectores territoriales o sociales, que han sufrido el paso devastador de la corrupción y los derroches que desde el correato han significado despilfarro de recursos que, de haber sido bien utilizados, debieron significar calidad de inversión pública y de prestación de servicios.

En las singularidades de las familias, los dramas son de dolor y angustia, no solo por la muerte de seres queridos, sino también por las condiciones en que quedan los familiares y sus economías. Casos que entiendo que se multiplican por miles se dan en el IESS cuasi quebrado por el despilfarro, por inversiones en títulos, bienes y en obras que se han evidenciado como atracos, no solo que sus instalaciones de salud no han tenido espacio suficiente para la atención médica, sino que aun los que ingresan son atendidos en entornos de precariedades, porque no hay recursos para medicamentos y procedimientos esenciales, solo se provee de paracetamol y algo más, y los costos que deben asumir los familiares de los que son atendidos son elevadísimos.

Me contactan hijos y familiares de colaboradores de mi época de rector de la Universidad de Guayaquil, 1994-2004, que están haciendo “vaca” para comprar medicamentos e insumos, en algunos casos bajo forma de obsequios solidarios; en otros, como préstamos a pagarse. Los casos deben sumar cientos de miles y quizás millones en el IESS. En lo específico, cito tres en la semana que concluyó. Los medicamentos y procedimientos, por fuera del IESS, para los fallecidos, en cada caso, superaron los 15.000 dólares, dolor adicional a la muerte de los seres queridos, sin capacidad de pago de los familiares que quedan endeudados. Puedo identificar los casos.

¿Y para los que se llevaron o malgastaron los recursos del Estado y los del IESS?, ¿impunidad para la gobernabilidad? No nos jodan.

Pienso que todos los ciudadanos que votamos por Guillermo Lasso, para presidente –por lo menos los de más del 30% sobre los casi 20% de primera vuelta, que fueron por su proyecto que los críticos califican de “neoliberal”– lo hicimos coincidiendo en que la principal cualidad de su gobierno debe ser la ética, con la base de “cero impunidad”, sin distingos ni ideología.

De lo que se recupere debería haber un fondo de compensación para miles y miles de ecuatorianos en riesgo de hundirse en la pobreza, que han tenido que asumir costos, porque los recursos se los robaron –o permitieron que se los roben– quienes han sido gobierno. (O)