Un domingo de octubre de 1957, viajaba de Ambato a Cuenca con amigos y quedamos estupefactos al ver en los lados de la carretera decenas de indios borrachos, dormidos en las cunetas o arrastrados por sus mujeres. El alcoholismo era una plaga que felizmente han combatido la prédica de los protestantes y también la de la Iglesia católica de Mons. Leonidas Proaño. Asociados y educados, ahora sus organizaciones son una fuerza con influencia política. Las movilizaciones y cierres de carreteras causan enormes daños al país al mismo tiempo que obligan a los gobiernos a “sentarse a dialogar”. Los antes menospreciados indios se han convertido en “indígenas” y pueden causar enormes daños a la economía del país, incluyendo a los mismos campesinos que no pueden sacar ni vender su producción.

Con 218 acuerdos cierran las mesas de diálogo e inicia una fase de seguimiento

Han terminado las primeras mesas de diálogo, que continuarán en busca de más acuerdos. Un tema que aparece muy sensible para los dirigentes indígenas, porque de su triunfo depende el prestigio de sus causas, es el precio de los combustibles. Para la mayoría de los dueños de autos particulares no es un tema capital, pero para el Gobierno sí: lo que son unos centavos para personas de clase media, para quien mira lo macro es grave porque suman. Los subsidios son difíciles de controlar pues dependen de varios factores, no solo del precio del barril del petróleo sino de todo lo que va ligado a su uso como combustible y materia prima de la industria petroquímica. También los fletes del transporte marítimo y terrestre y los gasoductos. Los ecuatorianos no tenemos ninguna influencia en las voluntades de los jeques árabes, de los grandes negociantes norteamericanos o rusos o de los industriales de la India o del Japón. Pero sí sufrimos por sus decisiones y nos castiga la inflación mundial.

El temor que tenemos por la suerte del país y el uso abusivo de la fuerza y de los derechos constitucionales son inéditos en nuestra historia.

Esto nos obliga a pensar si los negociadores están bien informados para ver más allá de una propuesta que busca prestigiar a unos líderes a quienes parece no importarles el costo global de los subsidios, que también son aprovechados por narcotraficantes y contrabandistas, más ahora que los precios en los países vecinos son tan altos.

Los negociadores deberían tener la visión global de los mercados, información actualizada y la capacidad para comprender que somos nada más que comparsas pequeñas en el gran drama de la historia que ahora está sucediendo.

El temor que tenemos por la suerte del país y el uso abusivo de la fuerza y de los derechos constitucionales son inéditos en nuestra historia. Es un miedo soterrado que no depende de nosotros sino de unas cuantas personas que pueden poner por encima de los reales intereses del pueblo, al que dicen representar, el prestigio de unos pocos líderes que proclaman la violencia como necesaria y justificada para realizar sus ambiciones.

La chispa del paro: los subsidios a los combustibles mantienen el quiebre en las mesas de diálogo

La historia de los últimos siglos demuestra que todas las revoluciones terminaron en tiranías que al final sojuzgaron más a sus pueblos después de terribles asesinatos o genocidios. El ejemplo del demonio que fue Hitler preside esa orgía que causó la muerte violenta de millones de seres humanos. La violencia es inútil, pero da miedo. (O)