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Acceder a los espacios de liderazgo y espacios políticos para las mujeres ha significado históricamente una brecha de género, aún más para las mujeres de pueblos y nacionalidades.

Para que una mujer kichwa ingrese a la política se deberá estudiar su elegibilidad, aún más si es de espacios rurales.

En Abya Yala, el movimiento de mujeres y feminismos ha demandado la visibilización de las violencias y sobre todo la necesidad de participación y de protección de las mujeres en el ámbito político.

En su ejercicio, las mujeres han sufrido violencia política estando en una situación de desventaja o exclusión frente a sus compañeros. En Ecuador, “la(s) persona(s), que lo cometen en contra de las candidatas, militantes, electas, designadas o que ejerzan cargos públicos, defensoras de derechos humanos, feministas, lideresas políticas o sociales, o en contra de su familia”, puede impedir o restringir el ejercicio a su cargo.

Hace años una de mis tías fue nombrada cabildo de su comunidad kichwa; sin embargo, su ejercicio y esfuerzo debió ser doble para estar en la “capacidad” de lo que esperaba la comunidad o sus compañeros, dado que las mujeres en su mayoría son relegadas a las funciones de cuidado, con comentarios como: “debería estar en la casa, o con sus hijos”.

El sistema político ha sido construido desde un enfoque patriarcal y hegemónico. A las mujeres dentro de su ejercicio político –a diferencia de los compañeros– se les critica su imagen, ética, sexualidad, origen; se pone en duda su capacidad de liderazgo. Según el estudio sobre violencia política realizado en el 2019 (ONU Mujeres), se conoce que “la participación de las mujeres indígenas en el liderazgo y política las expone a chismes, rumores que cuestionan la feminidad, la forma en la que se construyen como mujeres, el cuidado de los hijos, etc.”.

Para que una mujer kichwa ingrese a la política se deberá estudiar su elegibilidad, aún más si es de espacios rurales. Debe probar que contiene un capital social y simbólico para poder representar. Al inicio de un proceso electoral y durante su cargo puede sufrir acoso, descalificaciones, discriminación de origen, etnia, etc. Son mayormente expuestas a la violencia de pareja, a la violencia mediática sobre su imagen, se invisibiliza su cargo, se excluye de la toma de decisiones o se las utiliza por conveniencia. Muchas han tenido que masculinizar su comportamiento para ser legitimadas o aceptar un área por decisión de alguien más, no por elección.

Las formas de violencia sexual son muy comunes, algunas prefieren no hablarlo, temen su impunidad u otras compañeras han hablado para visibilizar las formas de violencia sexual de sus compañeros dirigentes, exponiéndose a la comunidad. Frente a estas violencias políticas y sexuales, la reparación integral es nula y sobre todo enfoque intercultural no existe. (O)