En la antigua Grecia, con una geografía montañosa y extensa, sumado a la complejidad de las comunicaciones, se determinó que, diversos núcleos de población helena permaneciesen aislados entre sí. Este aislamiento los llevó a constituirse posteriormente como ciudades-Estado independientes. Si bien compartían muchos elementos culturales distaban en sus necesidades, comportamientos y actividades diarias.

El primer paso hacia el orden y el ejercicio de un poder reglamentado lo dio Dacrón, 621 a. C., quien redactó el primer código legal de la ciudad. Puso las leyes por escrito y con ellas castigos severos (de ahí el adjetivo ‘draconiano’), permitiendo que se conociesen por toda la población. Pero el código de Dacrón no supuso la paz social, ya que la nueva clase pujante –que incluía también artesanos, pequeños mercaderes y campesinos con propiedades pequeñas– ansiaban su espacio de poder político, hastaese entonces monopolizado por la aristocracia.

Los tiempos actuales nos dan claros avisos de que los habitantes no son entendidos a cabalidad y que sus necesidades son cubiertas con promesas, no con acciones.

Tiempo después, los habitantes de Atenas demostraron su inconformidad, no se sentían incluidos en las grandes decisiones. En aquel entonces, Clístenes tomó acción y dio poder político a los distintos tipos de ciudadanos. Dividió y redistribuyó a la población en diferentes tribus, asegurándose que, en cada una de ellas, se mezclasen los diferentes sectores sociales y políticos. En sus reformas incluyó importantes asuntos para el balance del poder, como el sorteo de los cargos entre buena parte de los pobladores y lo hizo rotativo. Los políticos debían rendir cuentas de su trabajo y todos los habitantes en algún momento eran parte de este sistema. Esto permitía el orden social, equilibrio en el poder y una participación del ciudadano común. No era un sistema perfecto, pero finalmente todos eran responsables del éxito o fracaso de sus territorios.

Trabajo conjunto entre FF. AA. y Policía y extradición de ecuatorianos relacionados con el crimen organizado, entre los temas de la consulta popular de Lasso

En gran parte del mundo como en nuestro país, ese orden social está alterado, el ciudadano no forma parte de ninguna decisión real y los poderes del Estado están concentrados en multiplicar su parcela de poder. La necesaria redistribución del poder político requiere, también, de una sociedad civil organizada, capaz de generar pensamiento crítico y buscar ser la amalgama entre el pueblo y los gobernantes. Los tiempos actuales nos dan claros avisos de que los habitantes no son entendidos a cabalidad y que sus necesidades son cubiertas con promesas, no con acciones.

Anuncian una consulta popular, gran oportunidad para que los ciudadanos tomemos este espacio como propio, donde las preguntas que se formulen nazcan de las respuestas que los ecuatorianos esperamos y necesitamos. Es un buen momento para que la consulta deje de tener un tinte político y se transforme en el mandato del pueblo para imponer sus prioridades, no las de un partido o gobierno.

Para esto es necesario que el Gobierno Nacional aproveche, también, esta oportunidad y haga un gran llamado a los ecuatorianos, para que de forma organizada y a través de universidades, cuerpos colegiados y comunas, por ejemplo, pueda enriquecerse el instrumento del pueblo.

“Reyes o gobernantes no son los que llevan cetro, sino los que saben mandar”, Sócrates. (O)