En épocas de Correa surgieron voces promoviendo la autocensura por diversos motivos. Distintos sectores de la izquierda decían que no era oportuno criticar errores de Correa porque hacerlo era “hacerle juego a la derecha”. Había que apoyar y “darle chance”. Igual escuchamos hoy respecto del presidente Lasso desde la derecha e incluso en los círculos liberales.

Sobre la coyuntura actual, si bien los liberales podemos estar de acuerdo en algunas cosas con la administración, hay muchas –que no son de importancia menor– que nos llevan a discrepar con las políticas públicas propuestas hasta ahora.

El Gobierno puede haber considerado que la agenda liberal de reformas que presentó en campaña simplemente no es aplicable por criterios políticos. Está en su derecho de cambiar de dirección, pero debería dejar de asociar sus medidas con el liberalismo para no hacerle publicidad falsa al producto, perjudicando a largo plazo los esfuerzos para que el país se encamine hacia una sociedad abierta.

Es normal que los liberales no estemos de acuerdo entre nosotros en muchos asuntos, pero en algo en lo que sí podemos llegar a una especie de consenso son en aquellas ideas contenidas en las propuestas del Foro Libertad y Prosperidad del Instituto Ecuatoriano de Economía Política, documento que fue firmado por más de 40 académicos, pensadores y empresarios en 2020. Estas propuestas son: (1) reducir el tamaño y la envergadura del Estado mediante la reducción del gasto público para que sea posible reducir la carga tributaria; (2) una reforma laboral que facilite y estimule la creación de empleos; (3) un país de trabajadores que sean dueños de sus ahorros mediante la reforma de la seguridad social; (4) la internacionalización del sistema financiero para que los ecuatorianos tengan acceso a tasas más bajas y una mayor oferta de crédito; y, (5) la apertura comercial. Sin habérnoslo propuesto, las ideas del FLP coincidían en mayor medida con aquellas del plan de gobierno del entonces candidato Guillermo Lasso.

A diferencia del Consenso de Cusín, el FLP tiene como prioridad incrementar la libertad de las personas para desarrollar sus proyectos de vida, aumentando la libertad económica y estimulando el crecimiento. Cusín básicamente replantea el consenso socialdemócrata que tan mal nos ha servido desde hace décadas. Por cierto, la palabra libertad brilla por su ausencia. Es la misma ruta ensayada ya varias veces que, en lugar de sostener un centro político, ha logrado mover cada vez más hacia la izquierda las alternativas políticas disponibles. Para quienes hacemos opinión desde la orilla del liberalismo clásico, señalar las inconsistencias entre el ejercicio del poder del gobierno actual y lo que consideramos conveniente para el país no es solo quejarse, es continuar defendiendo ideas. Defendemos ideas, no personas.

Puede ser que los que estamos afuera poseemos menos información que los que están en el poder acerca de la administración de la cosa pública y que los que están adentro carecen de información que solo se puede ver desde afuera, desde la posición independiente de alguien que no es juez y parte. La realidad es que todo ser humano opera con información incompleta. Por eso siempre debemos escuchar con mente abierta y tener principios claros como guía. (O)