Ya lo sabemos. Toda lengua es una patria. Quizá la lengua que habitamos es, en último término, la única patria, la esencial, la original en el sentido materno. Siempre he pensado que Sabrina Duque, en cuanto escritora de no ficción, ha hecho mucho por su patria: la lengua ecuatoriana, la lengua castellana que se habla a este lado del océano Atlántico. No sabía, hasta leer Necesito saber hoy de tu vida (Siamesa Editora, 2021), que ella también habita la patria de Pessoa, la de Roberto Carlos, la de Cristiano Ronaldo.

Hay mucho que decir sobre este libro. No es nuevo que la escritura de Sabrina Duque es poderosa en el sentido ontológico: ella escribe con toda el alma, con todos los sentidos del cuerpo, con la memoria de todas sus lecturas y viajes. Sus libros duelen, en el sentido kafkiano, así fue Volcánica (Debate, 2019), así han sido muchas de sus crónicas publicadas en distintos espectros de la lengua. Necesito saber hoy de tu vida no es la excepción, aunque este es un libro notablemente feliz, desgarradoramente feliz.

Son nueves perfiles, sobre personalidades icónicas de la lengua portuguesa, es decir, de dos países, en dos continentes distintos, que tienen algo en común: “Fernando Pessoa –y no Cristiano Ronaldo– nos recuerda que Portugal ha sido un imperio y Brasil su gigante”. En este libro, además del poeta y del futbolista, ambos cósmicos, adorados cual deidades, están: el sonidista Vasco Pimentel; Roberto Carlos (que no necesita presentación); Eusébio (el rey del fútbol portugués, hasta CR7 ha reconocido su lugar en la historia y en Lisboa); la creadora de series de TV Celia Catunda; los meseros lisboetas (especie en extinción, curiosa, salvaje e inolvidable); el doctor que curaba la tristeza perforando cráneos, Egas Moniz; y el (ex, tal vez) multimillonario brasileño Eike Batista. Es decir, en este libro, hay de todo.

Destaco, por sobre todos, los perfiles sobre Celia Catunda, Cristiano Ronaldo, Roberto Carlos y, obviamente, Fernando Pessoa, a quien le acompañan todos, o casi todos, sus heterónimos: Sabrina Duque no sabe que todas las mañanas procuro leer, en una página al azar, lo que Bernardo Soares, que es como decir mi propio oráculo de Delfos, mi horóscopo, mi tarot o mis runas, vaticinará para mi día. Quizá porque al Libro del desasosiego, en esta etapa de mi vida, lo amo tanto es que he disfrutado como ningún otro este último perfil y aunque tanto, y desde tan diversas ópticas, se ha escrito y sospechado sobre Pessoa, el perfil titulado Persona, nadie, cientos tiene la cadencia sosegada de ser no la semblanza de un poeta, sino de una ciudad, un país y una lengua entera, con toda su trayectoria gramatical, sintáctica, mimética.

Me he propuesto, en este artículo, no hablar demasiado del contenido del libro porque en verdad quiero que, quienes confían en mi criterio de lector, lo lean. Sí quiero decir, sin embargo, que Sabrina Duque es otra prueba irrefutable de la existencia de la literatura de no ficción. Como Gay Talese, Ryszard Kapuscinski o Svetlana Alexievich. Creo que más allá de las nociones técnicas en cuanto a la elaboración de la crónica o del perfil, en el sentido periodístico, en el libro de Sabrina lo que prima es una preocupación por la lengua como experiencia definitiva. La búsqueda de una voz propia. La contundencia de un silencio. El superarse a sí misma como autora. Igual que Cristiano Ronaldo. Y con la misma pasión, casi catártica, de la voz de Roberto Carlos sobre los escenarios.