En la posesión del segundo gobierno de Rafael Correa –10 de agosto de 2009– él expresó: “El Viejo Luchador –Eloy Alfaro– decía algo que debe ser invocado ahora, en este tiempo en que la revolución ciudadana se hace carne en cada ecuatoriano: ‘Cuando un pueblo despierta, cada palabra es una esperanza, cada paso es una victoria’”.

Quien expresó aquello no fue Eloy Alfaro, sino Gabriel García Moreno. Alguien le pasó la mención a Correa y este la insertó en su discurso. Ni la cita fue correcta, ni lo fue aquello de que su ‘revolución ciudadana’ se iba a convertir en esperanza y victoria, porque lo que ha significado es la quiebra ética y económica a que se ha arrastrado al Ecuador.

El presidente argentino Alberto Fernández, al recibir en Buenos Aires –días atrás– al jefe de Gobierno de España, Pedro Sánchez, después de declararse “un europeísta que cree en Europa”, expresó: “Escribió alguna vez Octavio Paz que los mexicanos salieron de los indios, los brasileros salieron de la selva, pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos. Y eran barcos que venían de allí, de Europa, y así construimos nuestra sociedad”.

Octavio Paz, mexicano orgulloso del mestizaje latinoamericano y de las fuentes de este, escritor, poeta, ensayista, Premio Nobel de Literatura, 1990, lo que expresó con ironía fue “Los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas; y, los argentinos… de los barcos”, cuestionando a quienes desprecian el mestizaje con sus raíces en los pueblos originarios.

El presidente Fernández parece que nunca conoció la frase de Octavio Paz.

Un compositor argentino, Lito Nebbia, muy cercano a Fernández –promueve sus composiciones con su foto ocupando la silla del presidente– compuso la canción Llegamos de los barcos, en la que literalmente expresa: “Los brasileros salen de la selva, los mexicanos vienen de los indios, pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos”. ¿Escribir por escribir o deformar lo expresado por Paz para cuestionar al mestizaje?

Cuando Domingo Faustino Sarmiento –pensador del siglo XIX– fue presidente de Argentina, se levantó –año 1869– su primer censo poblacional, que arrojó la información de 1′836.490 habitantes, de los cuales el 8 % era de inmigrantes europeos, y había una elevada población rural y analfabeta. Sarmiento incentivó la inmigración europea y en los siguientes años esta creció en cientos de miles. Se ‘blanqueó a Argentina’.

Las posiciones y los discursos racistas y xenófobos en el siglo XXI son para que sigan o se forjen parcelas poblacionales manipulables, son formas de utilización y de captación de controles por quienes quieren presentarse como puros o no contaminados.

La realidad –que no deberíamos cuestionar– es que el mestizaje es lo dominante en la región. Hay que sumar y no fragmentar. Respetemos los orígenes, las culturas originales, pero admitamos los aportes de otros orígenes que hemos recibido en la región.

Sí apena que los accesos a la información que permite la actual tecnología –sobre todo el internet– no esté siendo eficiente para incrementar la formación cultural. Hay una decadencia de miedo. (O)