Por Inés Zavala Alarcón *

La pandemia del COVID-19 ha tenido consecuencia devastadora en los niños, no solo por el riesgo de contraer la enfermedad, sino por las consecuencias psicológicas y emocionales. El pediatra tiene que enfrentar la enfermedad, los trastornos emocionales y psicológicos que la pandemia ha causado en el niño, sus vidas han sido afectadas, no pueden salir de casa, ni ver a los amigos, están confinados, retirados de las escuelas, reciben clases online, no visitan abuelos, no tienen actividades deportivas. Esto ha traído consecuencias que se ven reflejadas en la consulta pediátrica, tales como: miedo, ansiedad, estrés que se traduce en dolor abdominal recurrente, trastornos alimenticios, comer en exceso, que con el sedentarismo los lleva a la obesidad, otros rechazan la alimentación, sufren de pérdida de peso, hay trastornos de comportamiento, irritabilidad, desobediencia, falta de atención y de aprendizaje en clases online. Trastornos del sueño, que se traduce en insomnio, tienen miedo de enfermarse, escuchan las conversaciones de los adultos sobre el virus y la pandemia. Están asustados, temen que los padres puedan enfermar e incluso morir. Hasta febrero de 2021, aproximadamente de 37.000 a 43.000 niños de 0-17 anos han perdido a uno de sus padres por COVID-19 en Estados Unidos.

La pandemia está caracterizada por enfermedad, dolor, muerte en pacientes adultos el 2021 en todo el mundo; parecía que el niño escapaba a la severidad del virus que se observa en el adulto. Pero la evidencia actual es que los niños tienen mayor riesgo a enfermar de COVID-19 de lo que parecía inicialmente, observándose un incremento de 7,5% a 36,8%, de la enfermedad de COVID-19 en niños. Con presentaciones clínicas que van desde síntomas leves, moderados, graves de la enfermedad, hasta comorbilidades. El aumento en incidencia es controversial, parece que el intestino estaría actuando como un reservorio del SARS-COV-2 y mecanismos inmunológicos relacionados con los cuadros severos de COVID-19.

Con cuadro de Infección aguda severa de COVID-19, con neumonía y el síndrome inflamatorio multisistémico (SIMS). En ambos hay evidencias de infección previa que incluye contactos con conocidos con SARS-COV-2 positivos y serología positiva. El SIMS es definido por enfermedad severa, fiebre, aumento de marcadores inflamatorios y asociación de disfunción multiorgánica y el antecedente de enfermedad previa de COVID-19.

En los cuadros severos pueden observarse complicaciones neurológicas, como convulsiones, encefalitis atípicas, mielitis, comúnmente transitorias, pero pueden llegar a producir secuelas neurológicas y discapacidad secundaria.

Algunos niños pueden sufrir efectos a largo plazo de COVID-19 o LONG COVID-19 observado en adultos, como fatiga, dificultad al respirar, dolor de cabeza, incluso los niños que no tuvieron síntomas cuando dieron positivos al virus, pueden presentar síntomas meses después.

Los niños se infectan de COVID-19 cuando están expuestos a la infección. Tienen riesgo de enfermar críticamente con un cuadro agudo severo y con el síndrome inflamatorio multisistémico.

La revisión, seguimiento de las características epidemiológicas y clínicas de niños con COVID-19 en nuestro país, permitirá desarrollar estrategias efectivas preventivas contra el COVID-19 en nuestros niños. (O)


* Especialista en Cuidados Intensivos Pediátricos