Al empezar a escribirles, dos recuerdos vienen a mi mente. Distantes en el tiempo, revelan un devenir que como sociedad hemos debido evitar:

El primero ocurrió en Guayaquil. Era diciembre del 98. Al concluir sobre los beneficios de los procesos de mejora competitiva de los principales sectores productivos ecuatorianos, uno de los presentes sentenció: “Esto tiene que contribuir a apagar la máquina de fabricar pobres en el Ecuador”. El segundo es reciente. Mientras cenaba en un restaurante guayaquileño que frecuento, el camarero me pidió un favor: “Ayúdeme a formar una fundación para rescatar a los chicos de mi zona, ... temo que se esté convirtiendo en una fábrica de sicarios…” ¿Cómo cerrar ambas fábricas?

Abordemos los problemas que durante décadas hemos evadido. Para ello miremos al Ecuador como a una familia capturada por múltiples crisis: pobreza económica, falta de acceso a buena educación y carencia de orden y control sobre los hijos.

Comparte y da tu tiempo a pobres y olvidados

Combatamos la pobreza transformando la intervención del Estado en la sociedad. Innovemos la participación privada en la construcción y/u operación de activos públicos. Lo visto hasta ahora parece no haber generado aprendizaje, capacidades ni consensos suficientes acerca de las características de la participación privada en la prestación de servicios públicos. En lo productivo, se gasta el presupuesto del Estado mediante un diseño institucional fallido. Siguen intactas la opacidad, la informalidad y la concentración de poder en las cadenas o sectores productivos a los que más recursos se les ha asignado. Sigue concentrado el 80 % del presupuesto fiscal, luego de más de veinte años de consultas populares, leyes de descentralización, Cootad, etc. Finalmente, seguimos sin una estrategia nacional para digitalizar la relación entre el Estado y el ciudadano.

El camino es largo y cuesta arriba, pero ineludible.

El acceso de los más pobres a buena educación implica masificar, con calidad, la educación de calidad. Reinventar la educación básica, la formación técnica, la transferencia de tecnologías, etc. No se parte de cero. Existen ejercicios exitosos a nivel regional de combinaciones virtuosas de tecnología aplicada a nuevas pedagogías. Sin embargo, las inversiones que este objetivo demanda se inhiben ante la obsolescencia del marco legal vigente en materia educativa. Esto impide avanzar a la velocidad, en los aspectos y en la profundidad que se requiere.

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Para orden y control hay que reinventar desde adentro nuestro sistema de justicia. Rescatarlo de sus secuestradores con base en institucionalidad interna, transparencia, trazabilidad, tecnología, oralidad, etc., como objetivos de una estrategia liderada por sus propios actores. Si hoy el marco jurídico vigente inhibe la solución necesaria, la velocidad a la que avance su reforma definirá el cierre de las dos fábricas macabras.

Sin estas reformas (institucional, educativa y de justicia), ambas fábricas seguirán destruyendo el presente y futuro de muchos y amenazando el de todos. El camino es largo y cuesta arriba, pero ineludible. Que sean más los patriotas, como los que protagonizaron mis recuerdos. Son la base de mi esperanza. (O)