Cupido este 14 de febrero cumplirá sus proezas anuales. Viene cargado de su arco y flechas abundantes, sin la venda para cumplir su generoso propósito de procurar amor a quien no lo tiene, reencontrarlo quien lo perdió y perderlo si no debió ganarlo.

Pero esta vez ha querido meterse en las fantasías de Shakespeare, el maestro del drama expresado con palabras de fuego, el retratista de todos los sentimientos. Empezará con Romeo y Julieta, los amantes, víctimas de viejos odios. De ahí que su primera gran saeta es para tornar los corazones enemigos y llevar la paz a la convulsionada Verona por sus querellas, que también es hoy un clamor en el mundo. Esa flecha servirá para que perdure el amor de los amantes, para que Julieta le siga diciendo a su Romeo que quiere quitarle el amor que le da para volvérselo a dar y que mientras más le da más le queda. ¿Locura de una noche en la que se enamoran del rostro del otro y en dos felices encuentros expresan su ánimo de renunciar a sus familias enemistadas, juntan sus manos, sus labios y sus almas y se dicen las grandiosas cosas que engrandecen su amor, como ha acontecido y seguirá aconteciendo en el orbe con los seres humanos, que con tal fin nacimos? Solo ellos lo hubieran sabido. La tragedia reconcilia a enemigos porque somos necios que aprendemos solo después del dolor.

Cupido llega a Dinamarca y se apiada del príncipe Hamlet, que únicamente tiene vida para vengar la muerte de su padre y ha dejado de amar a Ofelia. Y se apiada de ella y la toma en sus brazos para sacarla del arroyo donde se suicidó. Encierra a Claudio el asesino, hermano de Hamlet padre, a quien vuelve a la vida para que deje de ser un espectro y vuelva a los brazos de su esposa, que pronto desposó al fratricida. Las flechas del niño alado truncan los caminos que se tuercen. Soñemos y trabajemos para que los mares de lágrimas sean dicha universal.

(...) esta vez ha querido meterse en las fantasías de Shakespeare, el maestro del drama expresado con palabras de fuego...

El pecho del moro Otelo es ahora blanco de la saeta de Cupido, para incrustarle la fe en su esposa, de cuya lealtad ha hecho dudar el infame Yago por su mezquino interés. Para que no se convierta en un feminicida más de la historia arguyendo que la mata por amor y se desgracie a sí mismo. Usará otra flecha para que no haya el prejuicio contra el moro negro que enamora a una blanca. Y una tercera para que el padre de Desdémona no reniegue de ella por seguir a Otelo, como la usó para que el padre de Julieta no crea que tiene derecho a casarla con quien él quiere.

Las etapas del amor y su duración

En Atenas debió lanzar también una saeta a fin de que otro padre, Egeo, en Sueño de una noche de verano, no quiera que se cumpla la ley de los amos y que muera Hermia por no obedecerle, ya que se aman con Lisandro. Que se despose con Demetrio clama él. En el laberinto de los amantes, que incluye a Elena, quien derrocha su amor por Demetrio, pero no es correspondida, interviene el rey de las hadas y Cupido lo deja porque todos terminan amando y siendo amados.

“Miraré tu sombra si no puedo mirarte”, le dice María Magdalena a Jesús y este le responde: “Entonces yo estaré donde esté mi sombra”: José Saramago en El Evangelio según Jesucristo. (O)