Estos han sido días significativos, por un lado, sufrimos la partida del biólogo y filósofo Humberto Maturana, y por el otro, celebramos la llegada de Guillermo Lasso a la presidencia del Ecuador.

Estos dos personajes tienen algo en común: la invitación al encuentro.

El presidente posesionado representa una nueva posibilidad, la esperanza de un cambio para un país que se ve sin rumbo, profundamente comprometido en una crisis económica, de corrupción y de polarización social.

No dudo de la capacidad técnica y del pragmatismo del nuevo gobernante, tampoco de sus ministros, sin embargo, mi preocupación está en otros focos: la oposición y nosotros, los ciudadanos.

En la oposición, porque sus intereses particulares pueden generar una situación de ingobernabilidad. Y un gobierno solo puede avanzar en la medida que es capaz de generar acuerdos, pero para eso se necesita de la predisposición de las distintas partes, en función de un objetivo compartido.

Maturana proponía cambiar el nombre de oposición por colaboración, porque oposición es lucha. Si estamos conviviendo, tenemos que colaborar.

Y eso implica un cambio de intención, actitud y acción.

El otro temor, y tal vez el mayor, tiene que ver con nosotros, los ciudadanos. ¿Qué esperamos de este gobierno?

Mi percepción es que un grupo importante de la población, acostumbrado a las experiencias y discursos populistas, espera un mesías que le resuelva sus problemas. A eso se suma una tendencia en nuevas generaciones, que parecieran concentrarse más en la exigencia y defensa de sus derechos y causas, que en sus deberes como ciudadanos.

Lo cierto es que si no hay una colaboración común para sacar el país adelante, si no hay una mirada a largo plazo y no solo de cuatro años, difícilmente lograremos resultados significativos.

Y ahí identifico un problema central para conseguir la colaboración: la ausencia de un proyecto país.

El proyecto país tiene que ver con la declaración de un relato compartido que presenta un propósito inspirador capaz de definir nuestras acciones y conversaciones. Citando a Maturana, “Las palabras no solo revelan nuestro pensar, sino que proyectan el curso de nuestro quehacer”. La cultura de lo que somos como país se define por lo que conversamos, para cambiar la cultura hay que cambiar las conversaciones y para cambiar las conversaciones hay que tener un relato que nos inspire.

La invitación al Ecuador del encuentro debería considerar la definición explícita de un proyecto país compartido, de una coinspiración que nos permita volver a creer, confiar y actuar, donde a la pregunta ¿Qué esperamos de este gobierno?, sumemos: ¿Qué estamos dispuestos a hacer por eso que esperamos?

Humberto Maturana declaró: “Tenemos que cambiar nuestra actitud: en vez de competir, colaborar; en vez de desear, compartir. Por eso hablamos del fin del liderazgo y el inicio de la era de la coinspiración y la colaboración”. (O)