La reflexión moral que mueve al mundo contemporáneo se encuentra condicionada por dos grandes temas que son tratados por las Naciones Unidas desde una mirada de urgencia e importancia, consideradas como fundamentales para la supervivencia de la humanidad: lo que hemos podido aprender de la pandemia causada por el COVID-19; y, la solidaridad y cooperación como fundamentos éticos que deben atravesar todas las formas de convivencia, desde los espacios grupales más reducidos hasta los globales que, por supuesto, involucran no solamente a los seres humanos, sino también a la naturaleza y a lo construido civilizatoriamente.

La sociedad cuenta con postulados éticos para orientar su accionar que actúan como fundamentos básicos o fuentes morales. Todas las sociedades en la historia del mundo formulan criterios respecto a cómo debe proceder el ser humano para proteger y garantizar la vida. En uno de los informes preparados por la Comisión Internacional de Bioética de la Unesco se hacen referencias a distintas expresiones de esta índole, provenientes de culturas diferentes, como cuando se menciona el llamado del pueblo cherokee a tratar la existencia de los otros como sagrada e importante, ulisgedi detsadayetvsesdi y a asumir la responsabilidad del bienestar de los otros detsadaligenvdisgesdi. O cuando se menciona el llamado ético del pueblo quechua para la realización conjunta del sumak kawsai o vivir bien en armonía con el mundo. O el exhorto del pueblo maorí que invita a practicar el aroha ki te tangata, el amor y la compasión para todos los pueblos, el kaitiakitanga o liderazgo en la gestión de los recursos, el whakapapa o lazos genealógicos, el whanaunga tanga o establecimiento de relaciones, el manaakitanga o cuidados responsables, el kotahitanga o unidad; y, el turangawaewae o vínculo con el lugar. Así como el principio moral indonesio, mamayu hayuning bawono o tomar cuidado de la prosperidad de la tierra. Y también la visión del pueblo ubuntu, umuntu ngubuntu ngabantu, que significa que una persona es una persona a través de otras personas.

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Impresionado con la lectura citada que revela irrefutables coincidencias en los distintos enfoques culturales, me he permitido también escribir las bellas y sonoras palabras de otras lenguas del mundo que son utilizadas para expresar su sabiduría frente a su proyección y destino.

Todos estos enfoques y otros que nos son más cercanos como los potentes y depurados mensajes cristianos y los de otras religiones y también filosofías, expresan verdades relacionadas con la necesaria e ineludible solidaridad que debe practicarse con los otros y con la naturaleza, en esta época en la cual la salud mundial y la sostenibilidad planetaria están profundamente conectadas.

La pandemia nos mostró la inmensa inequidad respecto a la utilización de la ciencia y de los recursos para tratar el flagelo. También evidenció la necesidad de fortalecer la solidaridad y la cooperación nacional e internacional, respondiendo al histórico clamor ético de todos los pueblos y nacionalidades del planeta que siempre han planteado que ese es el camino de la supervivencia global. (O)