Rafael Nadal hace historia en el tenis. Se acaba de consagrar campeón de Roland Garros por decimocuarta vez tras vencer a Casper Ruud en la final por 6-3, 6-3 y 6-0. Este es el segundo Grand Slam en el 2022. Siempre que ha llegado a la final en París se ha ido victorioso (14 de 14). Increíble, pero lo que hay que tener claro es que 14 Grand Slam no se dan por azar. ¿Por qué sigue a pesar de las lesiones que ha tenido? ¿Por qué continúa a pesar de no estar en la mejor edad que el deporte demanda? “¡Acaso es el talento, estúpido!”, respondería Bill Clinton, recordando su famosa frase de la campaña electoral de 1992 al referirse a Bush con respecto a la economía de EE. UU. Recordemos que el talento se define como la capacidad especial que tienen las personas para desempeñar una función.

Estas reflexiones son válidas para cualquier disciplina: el arte, deporte, estudio, la gerencia.

El ejemplo de Nadal nos ayuda a demostrar que el talento va mucho más allá de las condiciones naturales o innatas de una persona, que no debería considerarse exclusivamente un “don”. Como lo dice su entrenador, Toni Nadal: “Nadie triunfa solo por su talento inicial”. Nadal siempre ha asumido su realidad buena o mala, se desarrolla y se enfoca a mejorar con profundidad cada año poniendo énfasis en los pequeños detalles. Nadal es un ejemplo de talento inicial más trabajo duro y sostenido.

Nadal tiene carácter; conoce que jugar cada punto como si fuera el último aumenta las opciones de victoria. Nadal no justifica sus errores, no le echa la culpa a la raqueta, al clima, las bolas o al competidor; al contrario, asume su responsabilidad para el éxito del partido. Lo determinante en la vida de Nadal es la disposición; son ganas de hacer las cosas bien y la entereza con que asume su vida deportiva.

Estas reflexiones son válidas para cualquier disciplina, desde el arte, el deporte y el estudio hasta la gerencia.

Igual sucede en las organizaciones: la clave del éxito desde empresas hasta Gobiernos es el talento del equipo. Rodearse de colaboradores competentes, que tengan características (habilidades y conocimientos) y que muestren comportamientos observables, tales como buenas ideas y ganas de aportar valor, es indispensable para responder eficaz y eficientemente las exigencias planteadas.

Incorporar el talento con esos elementos, propiciarles un buen ambiente, formar a las personas, exigir un trabajo bien hecho, reconocer sus logros, incentivarlos con retos y darles un norte claro son tareas indispensables del líder para que el talento se coseche y se consiga en equipo los resultados previstos. De hecho, grandes CEO, como Jack Welch, han llegado incluso a afirmar que poner a las personas adecuadas en los puestos adecuados es mucho más importante que desarrollar una estrategia.

Deberíamos, por tanto, advertir al Gobierno, los empresarios, todos en el país, que una forma efectiva de evitar la corrupción y conseguir resultados excepcionales es elegir personas bien formadas para los cargos, personas con valores, carácter, que estén preparadas para tomar buenas decisiones y desempeñar su cargo con alto rendimiento. Si confundimos democracia, paternalismo, amiguismo o la confianza como fuentes de competencia, la factura por pagar es muy alta. Se nos viene un año de elecciones, ya es hora de despertar. (O)