… canta el chotis de Agustín Lara, y sigue diciendo que en México, o sea en Hispanoamérica, “se piensa mucho” en la capital española. No es para menos dada la comunidad étnica, cultural y lingüística. Lo que pase en España incumbe e impacta en nuestro país. En los últimos años se aprecia que un porcentaje significativo de profesionales ecuatorianos se han formado en el país ibérico y tienen una impronta del pensamiento español, lo que repercute en su acción en distintos campos de la vida nacional. Por todas esas razones se sigue con interés la política española y en esta semana hemos estado atentos a los resultados de las decisivas elecciones en la Comunidad de Madrid, centro geográfico y político del reino.

El gobierno comunitario está en manos del conservador Partido Popular (PP) desde 1995, pero en las dos elecciones anteriores el Partido Socialista Obrero (PSOE), el movimiento regional Más Madrid y el comunista Unidas Podemos, todos de izquierda, amenazaban con terminar la hegemonía del PP. De otro lado, el surgimiento del partido “liberal” Ciudadanos y del fascista Vox fraccionaron el electorado de derecha, aunque luego contribuyeron a que los conservadores pudieran gobernar a pesar de no tener una mayoría absoluta.

En las elecciones del martes pasado el resultado fue contundente, el PP casi alcanza la mayoría absoluta y podrá gobernar sin necesidad de alianzas. En esto hay varios aspectos que destacar. En primer lugar, el surgimiento vigoroso de una nueva lideresa, Isabel Díaz Ayuso. Ya era presidenta de la Comunidad y llamaba la atención, pero esta victoria la convierte en una opción en medio de la gris mediocridad de los dirigentes actuales. Es carismática, decidida y joven. Su presencia nos hace soñar en una Margaret Thatcher o, por lo menos, en una Angela Merkel española. Es una promesa que se cumplirá en la medida en que el PP encuentre su identidad española, despojándose de buenismos y de la corrección política que ha espantado a una parte de su electorado hacia Vox, que plantea propuestas más efectivas. Prueba de esto es lo que le ha pasado al partido Ciudadanos en estas mismas elecciones. Cuando surgió esta formación había la esperanza de que llegara a ser el partido liberal que hacía falta en España, donde las formaciones mayoritarias se habían anquilosado en posiciones anodinas. Pero fue un partido liberal al estilo europeo, cada vez más afín al planteamiento socialdemócrata y, como grupo similares en otros países, condenado a un tercer puesto y a socio minoritario de coaliciones. Oferta tan poco interesante fue castigada por los electores madrileños, que lo han borrado del mapa. Y la mejor noticia, la caída al fondo de la tabla de la coalición de ultraizquierda Unidas Podemos, a pesar de que su máximo líder histórico Pablo Iglesias, carnal de Rafael Correa, se jugó presentándose como candidato. Tras este batacazo, Iglesias ha anunciado su retiro de la política. Es de esperar que ahora que está desocupado no se le ocurra dedicarse a “asesorías” en Latinoamérica, como lo hicieran algunos coidearios suyos, entre ellos los que dictaron el mamotreto constitucional de Montecristi. (O)