Escribir sobre Manabí es rememorar la tierra de nuestros ancestros que se remontan a la época colonial en la figura del cacique Manuel Inocencio Parrales y Guale, declarado por la Asamblea Nacional el “primer agrarista ecuatoriano”; es sentir el bullir del potencial arrollador de una región olvidada, ignorada en su valía agropecuaria, agroindustrial, camaronera, acuícola, forestal y pesquera, prodigio de una naturaleza feraz, contrastando con un convivir poblacional que se encamina al abismo de la pobreza extrema, a menos que sus propios hijos reviertan el proceso y la conviertan, como debe ser, en la gran proveedora de alimentos para sí misma, el país y el mundo.

Cuando fue asolada por uno de los terremotos más mortíferos de los que se tenga conocimiento, con secuelas de inconsolable dolor a miles de familias, destrucción de su infraestructura natural y de la poca construida con fragilidad, fruto de la corrupción impune; como es usual, el pueblo ecuatoriano presto y gustoso acudió en su auxilio y no dudó en socorrerla a manos llenas, pero las sentidas y cuantiosas contribuciones fueron dilapidadas, continuando sin sanción sus protagonistas, frustrándose la gran oportunidad de haber realizado una rehabilitación efectiva, como antes sugerimos, que a esta fecha hubiese tenido excedentes de bienes agrarios y nutriendo los continentes.

Nunca será tarde para la reivindicación, así lo ha entendido un grupo de empresarios, agricultores y gremios, liderado por Jorge Loor Zambrano, independiente, de respetable opinión pública, escogiendo para empezar, con gran visión y certeza, integrar a la economía múltiples proyectos de riego y drenaje, abandonados por la desidia, inconclusos pero recuperables, con soluciones concretas para saciar carencias vitales populares, en un territorio que tiene de sobra para resolver sus menesteres, suplir la demanda de agua, humana, industrial y ganadera, esta última una de sus intrínsecas fortalezas, además reverdeciendo de esperanzas sus fértiles suelos.

Según consulta con el experto ecuatoriano Pedro Álava González, residente en Florida, EE. UU, con maestría y experiencia en el manejo de recursos hidráulicos, exdirector ejecutivo del Inerhi, la beneficiosa fuerza hídrica provincial se haría realidad con el rendimiento seguro de los trasvases y el sistema fiable de las presas, con estándares de control acordes con los diseños estructurales, culminación de obras complementarias, reducción de riesgos y emergencias frente a eventos catastróficos, observando en la operación conceptos técnicos y ajustándose a regulaciones; pero en definitiva, es posible recuperar el tiempo perdido, coincidiendo que sería un organismo descentralizado, liberado de politiqueros profesionales, que rescate a los despedidos y capaces técnicos del ex-CRM, con el objetivo de saciar a los habitantes y campos de Manabí, no solo de sed y hambre contenidas, sino de justicia preterida, fundamentales para hacerla próspera y feliz, gracias a la valentía y coraje de quienes harán valer sus derechos, confiados en la receptividad manifiesta del régimen recién instaurado, conocedor claro de su inmenso

padecer. (O)